lunes, 28 de enero de 2013

En Busca de la Eternidad. Cap 2; La llegada, las normas y mis primeros demonios

<No te dejes influenciar por los Oscuros.
No te distraigas.
Debes estar siempre con tu humano.
Y, sobre todo, no dejes que tus emociones te impidan cumplir tu misión.>
Esas habían sido las palabras exactas del misterioso hombre de la sala, que más tarde descubrí que se llamaba la Sala de los Espejos. <¿Dónde quedó la originalidad?> pensé al instante.
Después de recibir más consejos sobre cómo cumplir mi misión, otro de los espejos se había transformado en una puerta (ésta vez verde) por la que accedía a una sala. Aunque aquello no podía considerarse una sala pues en realidad ante mí se extendía toda una pradera verde llena de flores, un río a un lado y un enorme árbol que se alzaba con orgullo en lo alto de una colina.
Por desgracia la puerta que estaba detrás de mí desapareció, pero pude comprobar que allí no había ninguna pared invisible.
Me acerqué al árbol. En una rama baja se hallaba un vestido sencillo de color azul celeste que tenía unas alas blancas dibujadas en la espalda.
-Las alas representan que aún eres un aprendiz y que debes ganarte tu propias alas para hallar el descanso que buscas...
Ésta vez era una voz de mujer. Era suave y tranquila, pero que las voces provinieran de cerca y lejos a la vez comenzaba a inquietarme.
-En este lugar podrás ponerte tu uniforme y descansar un momento para asimilar tu misión antes de que un Guardián experto te reciba en el mundo de los Vivos...
En ese momento la voz me sonó impertinente y creí detectar fastidio en su forma de hablar.
Decidí ignorarla. Cuanto antes hiciera feliz a la humana, antes descansaré eternamente.
El traje, para mi sorpresa, era bastante cómodo y caía en cascada hasta mis rodillas. Las alas, según me había explicado la voz (ya menos molesta), se pegaban al cuerpo y se conectaban al sistema nervioso para acceder al cerebro y, en el caso de los aprendices, aletear cuando quisiera.
No negaré que me permití un momento para probar esa nueva habilidad. La voz me explicó que había otras habilidades mientras yo me dedicaba a volar, pero que cada una se manifestarían llegado el momento.
Por lo visto el Guardián ya estaba esperándome en el mundo de los Vivos, porque una puerta se manifestó al lado del único árbol de la zona.
Ésta vez la puerta era gris.
La voz pareció compadecerse de mí y me dio varios (que tuviera cuidado, que no mostrara mi temor, etc) mientras inspeccioné la puerta para comprobar que se sostenía sola.
La voz me deseó suerte mientras yo abría la puerta.
Entré en una habitación relativamente pequeña, oscura pues las paredes eran grises y el suelo enmoquetado de un color rojo que recordaba a la sangre. La única chispa de color era el amarillo suave de la cama. Detrás de mí había un gran armario de madera abierto en vez de la puerta gris. A un lado había un escritorio con un portátil, libros y hojas sueltas en un desorden increíble. Al otro lado había un espejo de cuerpo entero y cerca de este unas puertas de cristal que abrían el paso a un balcón.
Pero no había ningún Guardián.
Comprobé que entre los Vivos podía aletear, que con un poco de concentración podía agarrar los libros y que, si no pensaba en nada, con solo apoyarme en la pared podía ir a la otra habitación.
Ésto último podría haberme parecido divertido si no lo hubiera descubierto de sopetón.
No sólo atravesé la pared del cuarto, el suelo con ella.
Acabé cayendo de culo en una sala donde comedor y cocina eran uno.
Una mujer morena, de ojos verdes y una sonrisa agradable eternamente impresa en el rostro lavaba los platos mientras dos chicos peleaban a su espalda. En la mesa, una rubia de ojos verdes parecía hacer la tarea mientras tonteaba con un chico que juraría que luchaba por no mirarme, alto, moreno y de ojos negros.   Al fondo, pasando un arco que dividía la habitación había un chico pelirrojo de ojos marrones que leía en el sillón y me miraba descaradamente.
Hubo un momento de silencio.
<Genial, el día no podría ir mejor. Muero, me alisto en los Guardianes y ni siquiera sé diferenciar un Guardián de un Oscuro. Maldición, ¿¡cómo se me ocurre apoyarme en la pared!? ¿Es que las películas de fantasmas atravesando paredes no te dicen nada, Kat?>, me regañé sintiendo mis mejillas arder.
Los que estaban discutiendo se callaron y se dedicaron a mirarme sin fingir su interés, lo cual sólo provocó que el ardor de mis mejillas aumentara.
Uno era rubio, de ojos azul verdosos y vestía unos vaqueros celestes casi blancos y una camisa completamente blanca.
El otro era castaño, de ojos grises (<inquietantes ojos grises que no paran de mirarme>, pensé molesta) y vestía un pantalón negro y una camiseta de mangas cortas rojo oscuro.
Miré a la rubia. Mí humana.
Vestía una falda negra y una camiseta de mangas cortas a rayas y blancas. Era mí humana, pero sonreía y parecía feliz. No había rastro de la chica que lloraba desconsoladamente en el espejo.
Eché otra mirada a los presentes y a mí espalda ya aparecía el único vestido de blanco.
-Tú debes de ser la aprendiz. Bienvenida. Te esperaba hace dos semanas humanas.
-Sí, me entretuve con los consejos y las normas.
-Es normal. Ésto debe de ser nuevo para ti. Yo soy Raphael y seré tu mentor. Si tienes alguna duda me preguntas a mí. Apropósito, ¿cuál es tú nombre?
-Kat.
-¿Gato? ¿La nueva se llama Gato? ¡No me hagas reír! ¿Sacáis a vuestros miembros del circo o del zoológico, Raph?
-Cállate, Jason. ¿O acaso debo recordarte tú primer día y el problema con tú poder de Visibilidad?
-Fue divertido asustar a unos simples Vivos. Después de todo, uno nunca tiene la suerte de sólo hacer aparecer la cabeza en medio de un discurso de bienvenida a la universidad-masculló entre risas, aunque sonrojado y no volvió a hacer comentarios sobre mí nombre.
-Deja de meterte con los Oscuros, Alitas. Sabes que puedes acabar mal parado. Un Guardián no puede permitirse romper las normas, ¿o es que los Guardianes no estáis en clara desventaja después de las bajas que sufristeis en la última guerra? Yaquél, fue la primera en caer. Debiste ver su cara de satisfacción cuando supo que se había librado del peso de ser un Guardián.
El del sillón se dejaba flotar por encima de la cabeza de la humana (por supuesto ésta no era consciente del chico tumbado en el aire que tenía sobre su cabeza).
Raphael, le miró lleno de odio y se mordió el labio inferior que amenazaba con soltar improperios y parecía que los Guardianes lo último que necesitaban eran problemas con los Oscuros.
-Supongo que aún no sabes dominar tus poderes, de ahí tu entrada-me dedicó una mirada sería que se forzaba por ser amable mientras su voz sonaba totalmente neutra.
<Parece sufrir. ¿Quién será Yaquél y qué habrá hecho ese Oscuro con ella?>, pensé mirando al Oscuro por encima del hombro del enfadado Guardián.
-Espero que al menos en estas dos semanas Humanas te hallan enseñado algo.
Al parecer Raphael había seguido hablando y yo ya no sabía de qué estaba hablando.
Raphael no parecía mucho mayor que yo. Aunque si tenemos en cuenta que tenemos el mismo aspecto que antes de morir, era difícil saber cuántos años <o siglos> tenía el joven <o no tan joven> que ahora parecía mirarme esperando una respuesta.
<¿Ha hecho una pregunta?>, fue lo único que mí cerebro pudo procesar.
-La verdad es que me han informado de la misión. Vagamente me han nombrado las habilidades y todo lo que sé es que se irán manifestando conforme valla aprendiendo a controlar mis poderes. Pero no me han instruido-pude decir tras recordar el tema de conversación.
-Los Guardianes siempre igual, lanzan a sus aprendices sin preparación alguna. Por eso, pequeña gatita, te convendría pasarte a los Oscuros aún estas a tiempo.
-¿Y quién eres tú?-Pregunté con el desagrado dibujado en la cara.
-Mi nombre es Cathriel y será un placer corromperte.
Ésto último lo dijo guiñándome un ojo. <Repugnante> pensé al instante.
Raphael comenzó a regañarle diciendo cosas como;
-No es muy deportivo tentar a una aprendiz en su primer día, debería darte vergüenza.
Cathriel parecía haber muerto con unos diecinueve años aproximadamente y me miraba con unos ojos marrones tan claros que parecía ámbar. Y esa sonrisa me infundó miedo. Miedo y curiosidad.
<Nadie puede regañarme por sentir curiosidad por mí primer Oscuro. Además, si he de enfrentarme a él, todo lo que pueda usar en su contra podrá beneficiarme en la misión>.
Y las normas de dejarse influenciar por un Oscuro y que no me distrajese de la misión me llegó como un martillazo en la cabeza.
-¿Qué pasa, Alitas? ¿Estás enfadado porque mí plan de atraer Guardianes tuvo y tiene éxito? Por supuesto Yaquél es una aportación muy beneficiosa para nosotros, y ¿a que no lo sabías? Está encantada con su nueva misión-después de esas palabras me miró con la maliciosa satisfacción de haber hecho enfadar a Raphael en el rostro-. Y tú protegida no es la excepción. Recuerda que yo voy en cabeza y su alma está casi tan corrompida que pronto no será más que un cuerpo vacío y sin vida luchando por suicidarse. ¿Puedes imaginártelo? Lanzándose sobre los coches o intentando tirarse desde un acantilado. ¿Cómo la atraeré a la muerte?
-¡Maldito Oscuro! ¡Sam no se va a suicidar! ¡Yo me encargaré de eso! ¡Igual que me encargaré de que tú acabes siendo torturado por fallar en tú retorcido plan!
-Oh, mí discípulo hizo enfadar a la nueva-se burló el Oscuro de la encimera.
-Kat, cálmate. No debes escuchar a los Oscuros, ellos sólo quieren tentarte a perder de vista tu misión de guardar y proteger-intentó calmarme Raphael, quien me sujetaba por los hombros.
-Sádicas palabras para un Guardián recién salido de fábrica. Prometes caer aún más fácil de lo que calló Yaquél.
Esto último lo dijo flotando en el aire. Muy cerca de mí. Colocando un dedo en mí mentón de tal forma que le mirara a los ojos. Mientras Raphael me seguía sujetando por los hombros.
-¡No pienso caer tan fácilmente! ¿¡Cómo puedes hablar así de Sam!? ¡Me encargaré de que tú cara quede tan desfigurada que ni tu propio reflejo quiera mirarte!
-Kat, te repito que sólo es un Oscuro. No caigas ante sus provocaciones, lo digo en serio. No sale nada bueno de enfrentarte, antes de estar preparado, a uno de ellos. Además, ¿qué sabrá Cathriel de ti? Me han dicho que prometes dar de qué hablar entre los Guardianes, estoy seguro de que serás más fuerte de lo que él cree.
Raphael aprovechó que yo había alejado la mano de Cathriel con un movimiento brusco para cogerme de las mejillas y obligarme a mirarle.
Me sonrojé.
Las mejillas me ardían incluso más que antes.
Pero ése nerviosismo no provenía de mí. La humana estaba recibiendo un apasionado beso de su novio  esas mariposas que ella sentía por ese simple gesto me las transmitía a mí. A (como averigüé más tarde) mí corazón fantasma que apenas era capaz de sentir una mínima parte de lo que ella sentía. Pero, fuera porque su alma estaba rebosando esas mariposas o porque mí cuerpo inerte no estaba acostumbrado a esos arranques de felicidad y nerviosismo al mismo tiempo, el sentimiento era demasiado fuerte como para impedir que mis mejillas tomaran ese rojo tomate que ahora tenían.
-Oh, ya entiendo porqué la chica es tu protegida-voló hasta el hombro izquierdo de Raphael para susurrar;-. Entre tú y yo, yo habría elegido a alguien con más curvas.
-¡Y cien puntos a la originalidad de mí discípulo!- estalló Jason en unas impertinentes carcajadas- ¿Qué tienes que decir a eso? No ha estado mal, has aprendido del mejor.
-Borde.
Fue el único comentario que pude decir con claridad pues lo demás eran simples calumnias ininteligibles.
Raphael, sonrojado, sólo atinó a despotricar sobre la facilidad con la que los Oscuros podían pensar mal y torcer una situación de simple amabilidad o amistad.
Yo me libré del agarre de mí muñeca, las manos de Raphael habían acabado allí para que yo no saltara a por Cathriel nuevamente. Miré con interés a la humana que, casi tan sonrojada como yo, lanzaba miradas nerviosas a la mujer que entraba en la cocina con unas bolsas repletas de comida <¿cuándo había salido?> luchando para que ésta no notara que ya no hacía los deberes ni que el chico a su lado leía realmente el libro de lo que parecía historia. El moreno agarró una mano por debajo de la mesa a la rubia, la cual respondió con otro gran sonrojo y enviándome otra vez aquellas mariposas.
Me llevé una mano al estómago como si así consiguiera que las mariposas (que ahora parecía un huracán) dejaran de hacer de las suyas y provocar sonrojos.
-Para empezar podríamos fijar un horario para entrenarte. Y acudir a las Antiguas Normas si es necesario para evitar trampas por los Oscuros.
Parecía ser que Raphael me estaba hablando desde hacía rato. El rubio les dedicó una mirada severa a los chicos que seguían riendo y dándose codazos.
-¿Antiguas Normas?
-¡Ni siquiera sabe lo que son!-Bufó molesto el llamado Jason.
-¡Cállate! Son unas normas creadas para los aprendices de urgencia independientemente de si son Oscuros o Guardianes. Gracias a estas normas Guardianes y Oscuros pueden llegar a un acuerdo de paz durante un máximo de cuatro horas. Así, a la hora de la lucha, no hay nadie que no controle sus poderes. Sería un problema si un aprendiz se hiciera ver ante los ojos de los Vivos en mitad de un ataque. Los tutores, junto a sus aprendices, van a un Plano Neutro a entrenar en el cual está terminantemente prohibido atacar a un enemigo. ¿Alguna pregunta?
-¿Porqué parece que te gustan los hombres y tienes algo con la pecho plano, Alitas?-Dijo Jason siendo premiado por una carcajada por parte de Cathriel.
-¿Aprendices de Urgencia? ¿Plano Neutro?-dije ignorando a los Oscuros.
-Dejaremos eso para cuando estemos en el Plano Neutro. De momento, te basta con saber que el Plano Neutro es un lugar seguro, como el prado en el que habrás estado. Allí siempre hay paz y es un lugar propicio para entrenar. Jason, como tutor de Cathriel debes acompañarme para recurrir a las Antiguas Normas.
-Que lata das, maldito aprendiz-bromeó revolviéndole el pelo a Cathriel.
-Aprendí de ti, querido tutor.
-Me salió espabilado el chaval-comentó al aire apoyándose en el hombro de Raphael.
Una vez que los dos estuvieron uno delante de otro, con miradas de odio y rencor, desaparecieron.
Los humanos se levantaron y, al menos mí humana, sonreía radiante.
-Al menos sabrás el nombre de la chica.
-No me han dicho nombres-contesté sin dejar de mirarla.
La rubia, aprovechando que la madre había vuelto a salir al jardín trasero, se había apoyado en la pared y se dejaba besar por el chico.
<Me siento como una maldita pervertida viendo la escena antes del sexo en una película. Y ella parece una maldita quinceañera con las hormonas revueltas y espabiladas>.
Mis mejillas volvieron a arder y supuse que debía haberme sonrojado pues aparté la mirada después de comprobar que ella también lo estaba.
-Samantha.
-¿Qué?
Sentía la mirada de Cathriel que me miraba con gran interés. ¿A dónde había ido el molesto chico que no paraba de burlarse de mí?
-Se llama Samantha. Antes la llamaste Sam.
-No, yo no he nombrado a nadie.
-Llevo un rato dándole vueltas- me ignoró.
Me giré para exigirle que dejara de molestarme, pero pronto comprendí que no debí mirarle.
Sus ojos me atraparon en un suspiro. No podía dejar de mirarle a los ojos y sentía la amarga sensación de la impotencia y la falta de recursos para salir de aquella situación.
Estaba a unos pasos de mí, con los brazos cruzados por encima de su pecho y el ceño fruncido.
-¿No te he visto antes?
Tragué saliva para que mí garganta respondiera y pudiera pronunciar palabras.
-Im... Imposible... Es la primera vez que nos vemos-expliqué entre tartamudeos.
-No, no me refiero a si tú me has visto antes, si no a que yo te he visto en alguna parte.
Con expresión pensativa dio un paso hacia mí.
Yo retrocedí.
<No te dejes influenciar>
Al parecer notó mi nerviosismo pues sonrió.
-¿Te pongo nerviosa?
<No escuches las palabras provocativas de los Oscuros>
Él volvió a avanzar.
Yo me limité a retroceder.
<Los Oscuros son peligrosos, no los mires a los ojos demasiado tiempo>
Tarde para recordar aquél último consejo.
-¿Te ocurre algo?
Él se divertía.
Yo luchaba por no desmayarme ahí mismo, por un momento me pareció ver fuego ámbar en sus ojos.
Y en ese momento otra de las normas acudió a mí.
<No descuides a tú humano>
Y yo me había distraído, dejado influenciar y había descuidado a mí humana a la vez.
Y ahora no era capaz de encontrar a Sam.
-Oh, Dios mío. ¿A dónde ha ido Sam?

viernes, 18 de enero de 2013

En Busca de la Eternidad. Cap 1; De Guardianes y Oscuros

Está oscuro. Hace mucho frío aquí.
Me siento flotar, pero tengo la sensación de que en cualquier momento me voy a caer.
No oigo nada a mí alrededor.
Y no siento nada en mí interior.
La sangre no recorre mí cuerpo y los latidos de mí corazón se detuvieron hace bastante.
No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero al principio me movía. Recuerdo que al llegar peleaba y buscaba una salida. Y es ahora cuando lo entiendo.
Entiendo que estoy muerta.
Y de pronto, el presentimiento de caer se vuelve un hecho y puedo sentir que algo frío y duro golpea mí cuerpo. Por fin puedo sentir, pero mí corazón no late y ahora solo respiro por costumbre.
Abro mis ojos, me he chocado contra unas losas blancas y luminosas salpicadas de agua.
Tardo en comprender que soy yo el origen del agua.
Me incorporo. A mi alrededor hay espejos. Espejos que muestran a una chica con el pelo negro y los ojos marrones, vestida con pantalones cortos, una camiseta azul de tirantes y una camisa verde.
Me asusto.
Creo recordar que yo antes era rubia.
Antes... Antes sentía mi pecho latir con fuerza y el respirar me era una necesidad.
-Ahora estás hecha un lío y llena de preguntas...
Es la voz de un hombre. Un hombre que está lejos y cerca a la vez.
-Pero necesitamos que contestes a unas preguntas...
Miro a mí alrededor, sólo mi reflejo repetido me acompaña.
-No tengas miedo... Dime, ¿recuerdas cómo hablar?
-Sí...
Ésa era mí voz. Una voz tímida, suave, aguda pero para nada chillona.
-Estupendo... ¿Recuerdas tú nombre?
En mí mente aparecen tres letras y, sin más, lo atribuyo a mí nombre.
-Kat.
-Bienvenida, Kat. ¿Sabes quién eres?
Niego con la cabeza como si supiera que el propietario de la voz pudiera verme.
-Bien... Ahora mismo eres un espíritu errante. Por una u otra razón tu alma siente que has dejado asuntos pendientes entre los vivos. Pero, lamentablemente, no es tú hora de morir...
-¿Quiere decir que volveré a la vida?
-No, pequeña, ahora es imposible hacer eso...
-Entonces... ¿qué ha pasado?
-Verás, desde tiempos inmemoriales todas las personas al nacer, automáticamente, son adjudicadas a un Ángel Guardián. Tu Ángel Guardián te protege de caer en la tentación y vivir una vida segura y sin dolor...
En los espejos desaparece mí imagen reflejo y ahora muestran a varios seres alados siguiendo a las personas en su vida diaria mientras estas ni siquiera eran conscientes de ello.
-Pero el trabajo de los Guardianes no termina ahí. Existen los Oscuros , más conocidos como Demonios, que se unen a un humano y se alimentan de su alma tentándolos a tener una vida desdichada y pecadora tras la cual son condenados al castigo eterno y sufrir terribles experiencias...
-¿He muerto a causa de un Oscuro?
-No del todo. Tú muerte ha sido un daño colateral. No debería haber ocurrido. No sé si eres consciente de ello, pero en vida tenías un hermano...
Las imágenes de seres que manejaban el fuego y castigaban a los humanos cambió a la de un chico, moreno, de ojos verdes que jugaba al fútbol sin ninguna preocupación.
-Charlie...
-Exacto. Él estaba siendo tentado por su Oscuro e iba a ser atropellado, pero tu, sin escuchar a tú Demonio ni a tú Guardián, saltaste a la carretera y le salvaste la vida a cambio de la tuya...
-¿Y porqué estoy mojada?
-Tus cenizas fueron arrojadas al mar...
-¿Porqué Charlie era tentado? ¿Dónde estaba su Guardián?
-Charlie se había dejado influenciar tanto por su Oscuro que éste, poderoso gracias a su alma, obtuvo el poder suficiente para derrotar al Guardián. Una desgracia...
-¿Porqué permitió que ocurriera esto?
-No está en mí poder que los humanos se porten bien o mal. Ellos son libres de elegir sus caminos.
-Pero deberíais tener suficientes Ángeles Guardianes para evitar precisamente ésto.
Me siento enfadar. Pienso que la negligencia de unos sabiondos me ha costado la vida.
-Los Ángeles Guardianes somos muchos, pero los Oscuros nos superan en número. Cada vez son más los humanos que sucumben a la tentación. Los Ángeles Guardianes tenemos problemas por eso quiero hacerte una proposición. Alguien muy cercano a ti está cayendo a la tentación de su Oscuro, necesitamos que te conviertas en su Guardián y la liberes de su dolor...
Antes de poder si quiera preguntar, la imagen del espejo reflejó a una chica rubia con el pelo tan corto que si no fuera por sus sutiles curvas se la confundiría con un chico. Llevaba unos pantalones cortos y una camisa roja que le cubría los pantalones.
Lloraba.
No podía verle el rostro, pero sus sollozos llegaban a mí, me dolía y atravesaban mi pecho como una flecha que acabara con mí vida.
La imagen se movió y, de entre las manos de la chica, pude ver una fotografía de dos rubias con el pelo largo, una de ojos marrones y otra con los ojos verdes. Las protagonistas de la fotografía se abrazaban y parecían felices.
Hurgué en mí mente.
No podía recordarla y eso me dolía aún más
-¿Qué le ocurre? ¿Quién es? ¿Qué tengo que ver con ella? ¿¡Por qué me duele a mí!? ¿¡Por qué me siento culpable!? ¡Haz que pare! Haz que pare...
Mi voz rallaba el pánico y a mitad de mis preguntas mí voz se fue quebrando hasta llorar.
No podía mantenerme en píe. Me arrodillé en el suelo y puse mis manos unidas en mí pecho como si con ello éste dolor cesara y mis lágrimas dejaran de recorrer mí rostro.
Obviamente, éso no ocurrió.
-Perfecto. Ya estas vinculada a tú humano....
-¿Qué... quieres... decir?
Consigo pronunciar a duras penas.
-Esa chica es Stephanie Ratsuski. No tenemos suficientes Guardianes para asignarle uno a esa humana a estas alturas de su vida. Tú la conoces, has convivido con ella y vuestro vínculo fue tan fuerte que ahora sientes todo lo que ella pueda sentir en su alma...
-¿Cómo puedo detener el dolor?
A duras penas consigo levantarme, el dolor se va haciendo soportable y, aunque me obliga a apoyarme en uno de los espejos, logro no caer.
-Haciéndola feliz. Derrotando al Oscuro que la tienta y protegiéndola....
-¿Quieres que sea una Guardiana? ¿¡Yo!?
-No estarás sola. Hay Guardianes en todas partes...
-¡Pero yo no soy una Guardiana! ¡Tú lo has dicho, soy una Alma Errante! Que se ocupe otro de ella. Yo sólo quiero irme al cielo o al limbo o a donde sea y descansar para siempre. Quiero vivir en paz...
-Por supuesto, no es obligatorio convertirte en Guardián. Pero ahora mismo esa humana no tiene a nadie que luche por su alma...
-¿¡Y qué puedo hacer yo!? ¡No la conozco y aún así siento su dolor! ¡No soy Guardiana y tengo la obligación de salvarla! Que ella luche sus propias batallas, no quiero sentir ésto es... es... Demasiado.
Y mí voz se vuelve a quebrar.
En parte porque siento cómo el dolor aumenta.
Y por otra parte me siento culpable al pronunciar esas palabras.
Me siento la peor persona -o fantasma- del mundo.
-¿Ésa es tú decisión final? Podemos abrirte la puerta del cielo si eso es lo que deseas...
Una gran puerta blanca a ocupado el sitio de uno de los espejos.
-Gracias-digo dirigiéndome a la puerta.
-Sin embargo -oigo cuando mí mano por fin toca el picaporte-, no encontrarás lo que deseas al otro lado. Ese dolor que sientes te perseguirá por toda la eternidad incluso aunque la propietaria de él muera, entonces sentirás el eco del dolor.
Miré la puerta fijamente, como si ella tuviera las respuestas que busco.
Y entonces me doy cuenta, una vida de sufrimiento básicamente es una vida en el infierno.
Y también está el hecho de que me siento culpable por esa Viva.
Pero no me acuerdo de ella.
Pero nuestro vínculo es tan fuerte que los sentimientos de su alma me los transmite a mí.
-Si quiero librarme de ésta punzada debo ayudarla, ¿cierto?
-Así es...
Y pienso que mí deseo de descanso eterno es egoísta si con ello privo a una persona, la recuerde o no, de su propia felicidad.
Y no merece la pena hacer sufrir a nadie ni provocarme mal a mí misma por ello.
Y suspiro.
Es la única opción.
-Seré una Guardiana.



Y es así como morí. Así es como volví con los Vivos para hacer feliz a una chica que conocí en mí vida pasada. Y sobre todo;
           Aquí empieza la historia de un Alma Errante.

























miércoles, 9 de enero de 2013

Un momento

La página "Games of love" la estoy re-editando, disculpen. Y gracias por molestarse en leer este blog en el que me desahogo y escribo lo que me parece.