Era una noche de otoño. Me habían despertado unos golpes en la puerta y parecía que todas estaban tan dormidas que no lo oían.
Salí de mi cuarto poniéndome una bata rosa pálido que tapaba mi pijama de pantalones cortos y camiseta de tirantes negros.
Bajé las escaleras y atravesé el comedor llegando al pasillo de los cuadros. Se supone que eran inmortales como yo, pero nunca los había conocido. Según Dafne, quien en su tiempo libre se dedicaba a mirar los cuadros, estaban Santa Claus, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua y el Creador de Sueños, entre otros. Se supone que ellos son los cuatro grandes, pero no los he conocido en mis doscientos años de vida.
El caso es que la puerta seguía sonando y cuando abrí me encontré con dos criaturas peludas que portaban un saco.
-Blair Love. A ti también te afectó la ventisca del 68-dijo una voz que de repente se hallaba detrás de mi.
-¿Quién eres?
A duras penas pude ver unas orejas largas y un gran cuerpo peludo antes de escuchar;
-Cogedla, chicos.
No me dio tiempo a gritar, ni correr porque ya me metían en el saco y sentía movimientos bruscos, mareo y, finalmente, un sonoro golpe.
-¿La habéis traído?-dijo una voz con acento ruso quien recibió como respuesta unos gruñidos.
-Sigo diciendo que no me gusta-dijo otra voz malhumorada.
-Venga, Bunny, tranquilízate. Seguro que es muy amable. Sacadla ya-dijo ahora una mujer.
-No podemos asustarla, lo sé Sandy-dijo otra vez el de acento ruso.
-¿No creéis que os habéis pasado ésta vez?-dijo ahora una voz joven. Sentí que abría el saco y lo primero que hice fue lanzar mi puño lo más fuerte que pude acertando a algo duro. No lo pensé dos veces y aproveché la sorpresa para volar lo más lejos que podía.
-Tenéis suerte de que no tenga mi arco aquí. ¿Quiénes sois y qué queréis?-exigí escondiéndome en una viga.
-Hey, tranquila. No vamos a hacerte daño-sonrió un colibrí con aspecto de mujer
...
Un momento... Yo la he visto antes.
-¿Toothiana, el Hada de los Dientes vigente desde hace casi 600 años?-dije sorprendida.
Miré a mí alrededor; Norte, el Creador de Sueños y el Conejo de Pascua... ¿Estaba soñando?
-¿Esto es un sueño?-dije mirándolos embobada.
-Si es un sueño, te aseguro que duele-se quejó una voz al otro lado de la sala.
Era un joven peliblanco, de ojos azul hielo que se acariciaba una mejilla.
No era cierto.
-¿Jack Frost? ¿El mismo Jack Frost que congela las alas de mis ayudantes mientras cumplen su trabajo? ¿El de la ventisca del 68?-dije molesta.
-Eso depende... ¿Te molestó?
-¡Arruinaste el día de los enamorados en Milán, cerebro de guisante!
-Bueno, bueno. Que halla paz... No te hemos traído aquí para que discutas con Jack.
-¿Y para qué estoy aquí?-me crucé de brazos alejándome de la viga.
-Verás, necesitamos tu ayuda...-comenzó Norte con una voz insegura.
-Mira, Norte-le corté de pronto-, me siento halagada de que los cuatro grandes
-Cinco-dijo Frost molesto.
-Cinco-rodé los ojos-, recurráis a mi para algo. Pero de verdad que tengo mucho trabajo. Me estaba echando la siesta, se supone que mis haditas me esperan en quince minutos para llevar el amor a Corea del Sur. Me gustaría ayudaros, pero de verdad que no puedo, Dafne debe estar buscándome por todas partes.
-¿Dafne?-preguntó Tooth.
-Mi mano derecha. No puedo retrasarme, cuentan conmigo.
-Sólo será un minuto. Sé que tu trabajo es muy importante, pero esto también te incumbe-dijo Norte seriamente, poniéndome una mano en el hombro y guiándome hacia la gran bola del mundo-. ¿Ves esto? ¿Sabes lo que es?
-En casa tengo una igual, es la gente que cree en ti. En tu caso, los niños que creen. Pero no veo en qué me afecta eso.
-Mira con más atención. ¿Qué ves?
No veía a dónde quería ir a parar, pero volví a mirar el globo... Y entonces lo vi;
-Se apagan lentamente...
-Exacto.
-¿Qué ocurre? Los niños crecen, dejan de creer. Siempre pasa. Incluso a mí. Me consta que ha ocurrido millones de veces.
-Pero esos niños no deberían dejar de creer, Blair-dijo Tooth, poniéndose a mi lado.
-No veo la preocupación. Los adolescentes se divierten fastidiando a los pequeños diciéndoles que no existís y estos acaban por creérselo. O tienen problemas familiares y se obligan a centrarse en lo que pueden ver, no en lo que se puede creer. Hay mucho mal en el mundo, los niños acaban por no creer en vosotros de una u otra forma.
-Mira, para que te quede claro novata-dijo ahora Bunnymund exasperado-. Hemos investigado a esos niños; no les ha pasado nada. Sus padres no han muerto, los mayores no les han fastidiado ni tienen problemas familiares que les haga olvidar su niñez. Les están quitando la infancia, eso es lo que está pasando.
-Bueno, ¿y qué queréis que haga yo? Esto es cosa de guardianes, yo sólo voy por ahí lanzando flechas. No tengo flechas de fe ni nada por el estilo.
-Lo que ocurre, Blair-dijo Tooth poniéndome una mano en el hombro-, Es que la luna te ha nombrado guardiana.
-¿¡Que!? ¿L-La luna os habla?
-A veces, para ayudarnos a entender-dijo Norte.
-¿Y porqué no me dice nada a mí?-tragué saliva mirando a la luna con reproche.
-Tiene esa mala costumbre-dijo Frost.
Hubo un momento de silencio en el cual le di la espalda a la luna, caminando en círculos, jugando con mi pelo y mordiéndome el labio inferior.
-Lo siento, pero no-dije firme.
-No es algo que puedas elegir tú-dijo Bunnymund.
-Pues no lo elijo, lo exijo. Tengo mucho trabajo que hacer. Si la luna me necesita, sabe dónde encontrarme. Después de todo, ella me puso allí-miré a la luna con reproche-. Ya he descuidado demasiado tiempo mi puesto. Si no pensáis llevarme devuelta, encontraré el camino yo sola.
-Pero no puedes irte ahora. Hay que hacer la ceremonia, no puedes negarte.
-Mira cómo lo hago-dije echando a volar, saliendo de la sala.
Sobrevolé un pasillo esquivando a Tooth y los lazos de Sandy. Bunnymund me pilló por sorpresa al girar en otro pasillo, pero pude esquivarlo por poco. Frost me lanzaba rayos de hielo, pero yo los esquivaba.
Llegué a una amplia habitación llena de juguetes, elfos haciendo estallar cosas y mas criaturas como las que me secuestraron haciendo juguetes. Di dos vueltas hasta que encontré la puerta principal a un lado, pero entonces los guardianes llegaron a la habitación y Norte gritó
-¡No la dejéis salir!
De pronto, tanto elfos como yetis me perseguían y se lanzaban sobre mí.
Un elfo me cayó en la cara y cuando lo separé de mi extendió sus manos hacia mí, lo cual me dio escalofríos y lo lancé hacia atrás, oyendo un grito frustrado de Bunnymund.
Estaba a punto de tocar el pomo de la puerta cuando un montículo de hielo surgió del suelo hasta mi mano, congelándola. Intenté deshacerme del hielo, pero cuando mi mano derecha tocó mi otra muñeca para liberarla, el hielo se extendió hacia ésta.
Frost apareció a mi lado con una sonrisa divertida en el rostro.
-¡JACK FROST LIBÉRAME AHORA MISMO!
-Hm... No.
-¡NEVERA ANDANTE YA ME ESTAS LIBERANDO O TE LANZARÉ UNA FLECHA CUANDO MIRES A BUNNYMUND! ¡O MEJOR A UNA COLUMNA DE HIELO!
-No puedo soltarte. Y mucho menos después de esa amenaza.
-¿Pero porqué? Solo quiero seguir mi trabajo.
-Norte nos ha dicho que no te dejemos salir.
-¿Es que sois una mafia?
-Hmm... No lo creo-se rascó la nuca-Norte, ¿somos una mafia?
-Por supuesto que no. Y tu, señorita tienes muchos problemas.
Apareció Norte seguido de Tooth que estaba llena de hollín por las explosiones de los elfos, Sandy dispuesto a lanzarme una bola de sueño y Bunnymund que tenía un chichón en la cabeza y empuñaba sus boomerangs.
En serio, parecían una mafia.
-¡No quiero ser guardián! ¡Solo quiero seguir con mi trabajo!-grité desesperada por liberarme.
-¿Es que no quieres que te vean? ¿O que crean en ti?-preguntó Frost a mi lado.
Yo me mordí en labio inferior; sólo quería seguir con mi monótona vida, cumpliendo mi misión hasta que la luna dictaminara que ya he cumplido y nombre a mi sustituto... Si es que piensa hacerlo...
-Yo... Solo quiero irme a casa-dije lo mas serena que pude.
Hubo un momento incómodo en el que yo no forcejeaba, Bunnymund se guardó sus boomerangs, Sandy me miró con pena, Tooth se sacudió el hollín solo por hacer algo, Norte me seguía mirando seriamente y Frost me miraba de una forma que me incomodaba.
-Dejadla ir. Pero ten presente que no dejaremos que reniegues de tu puesto.
No dije nada. Esperé a que Frost me liberara y abrí las puertas bruscamente para salir volando de allí.
viernes, 2 de agosto de 2013
martes, 30 de julio de 2013
Rise of the Guardians 2; Prologo
Mi nombre es Blair. Solo Blair.
Eso fue lo que la Luna me dijo el día que desperté.
Mi primer recuerdo es de cuando desperté en medio de las ruinas de un castillo una noche de luna llena.
Estaba en una habitación sin techo que parecía haber servido de cuarto de una dama importante, aunque todo estaba reducido en cenizas.
La Luna me dijo mi nombre. Y me alumbró en la noche mientras yo buscaba rastro de vida.
Aún siento escalofríos cuando recuerdo mi reflejo en el espejo lleno de hollín: mi cabello, despeinado, era negro y tenia mechas rojas y mis ojos una mezcla entre marrón y rojo. Llevaba una túnica blanca como las de los romanos, iba descalza y llena de hollín. Sin embargo, lo que me sorprendió fue que aquella fue la primera vez que las veía; la primera vez que veía mis alas.
Eran blancas, con las puntas de un rosa pálido, grandes y hermosas parecidas a las de los ángeles.
Mi primer aleteo fue un desastre, no subí ni dos palmos que ya me estaba cayendo. Así ocurrió varias veces hasta que pude volar tan alto que sobrepasé las nubes, teniendo una magnífica vista de la luna. Miré a la luna como un niño mira orgulloso a su padre tras aprender a montar en bici solo.
Realicé un aterrizaje forzoso en lo que debió ser el jardín del castillo, pero no veía a nadie, aquello estaba desierto.
-¿Y ahora qué?-dije al tiempo que miraba a la luna en busca de respuestas.
Fue entonces cuando, milagrosamente, la luna me habló por segunda vez.
París...
-¿París? ¿Quieres que valla a Francia? ¡Ni siquiera sé dónde estoy!
Por toda respuesta, el viento comenzó a soplar hacia el sureste y yo suspiré resignada.
-Esta bien, sé captar una indirecta.
Y así volé parte de la noche, incluso llegué allí y todavía era de noche. Y ante mí se alzó la torre Eifel.
Y me emocioné.
¡Estaba en París! ¡Había llegado volando a una de las ciudades más hermosas del mundo!
Lo primero que hice fue pasear por las calles. Cuando pensaba que mis alas llamarían mucho la atención y que molestarían, éstas se replegaron en mi espalda y desaparecieron. Pronto noté que nadie me miraba por mi llamativa ropa.
Y me detuve a escuchar la preciosa voz de una joven que cantaba en italiano en mitad de la calle. Cuando la canción terminó la gente se marchó sin más y yo me acerqué a la joven sonriente;
-Ha sido una canción preciosa-dije amablemente, mas no obtuve respuesta-. ¿La has compuesto tu? ¿Puedo saber cómo se llama?-seguía preguntando pero seguía sin respuestas y comenzaba a molestarme-¿Me estas ignorando adrede porque llevo una túnica y estoy descalza?
Molesta, fui a darle un suave golpe en el hombro cuando me encontré que mi mano traspasaba a la joven. Y grité. Me alejé de ella y miré a mi alrededor. Me acerqué a un hombre que andaba por ahí, pero también me traspasó. Y así se repitió innumerables veces hasta que, asustada, salí de allí volando hasta llegar a la parte más alta de la torre Eifel donde me abracé a mí misma y miré a la luna con la incertidumbre impresa en la cara.
Arriba...
Miré a la luna como si se hubiera vuelto loca pero, lentamente, volé hacia ella atravesando las nubes. Y allí lo vi; un castillo completamente blanco sobre las nubes. Me acerqué a las puertas, rosas, y llamé pero estas simplemente se abrieron dejándome ver una amplia sala con cuadros de gente que no conocía. Miré a la luna insegura pero seguí todo recto. Atravesé un enorme comedor, una sala de baile, vi unas puertas que ponían cocina y subí unas elegantes escaleras con las barras de la barandilla en forma de corazón. Atravesé un pasillo con puertas a ambos lados hasta llegar a una enorme que ponía Blair en letras doradas delante de unas puertas igual de grandes que ponía Biblioteca, también en dorado. La luz de la luna daba completamente en la de la biblioteca y decidí hacerle caso.
Las puertas se abrieron a la par dándome la hermosa vista de una enorme sala con estanterías altísimas llenas de libros de todos los tamaños, colores y temas. En el centro había una mesa de estudio al lado de una de las enormes ventanas una chimenea con una alfombra roja en forma de corazón y cojines, butacas y sofás de distintos rojos y rosas.
En el techo había un tubo plateado, pero no sabría decir en aquel momento si era de entrada o de salida.
Sobre la mesa del escritorio había tres objetos; un arco de oro, un carcaj de oro y un control remoto plateado.
Pulsé un botón del control, se oyó el ruido de un motor y de la tubería salió un montoncito de nube rosa pálido. La nube se deshizo dejando ver una hadita vestida de rosa con un mini arco también rosa y un mini carcaj de igual color. La hada hizo un saludo militar y cuando puso su manita sobre el carcaj y lo vio vació se le puso la cara blanca. Me miró dubitativa y algo me dijo que quería flechas.
-Yo no tengo flechas.
La cara de la hadita llegó al suelo de la decepción. Se arrodilló en el escritorio deprimida cuando, de pronto, dio un brinco y revoloteó cerca de mi cara. Otra vez algo me dijo que quería que la siguiera y llegué a una habitación donde había una máquina enorme con unos recipientes de proporciones estroboscópicas llenas de polvos dorados, rosáceos y plateados cada uno. La hadita voló hacia lo que sería el panel de control e intentó con todas sus fuerzas bajar una palanca. Terminé ayudándola y pronto el motor comenzó a funcionar. No sé qué hicimos que nos llenamos de polvo.
En pocos segundos un enorme cubo se llenaba de pequeñas flechas doradas, rosas y plateadas y otro cubo, de flechas de un tamaño normal.
Pronto comprendí que yo era cupido. Dafne, como llamé a mi mano derecha la primera hadita, y yo creamos más haditas y más flechas y comenzamos nuestra tarea de llevar el amor al mundo.
Las flechas grises era para los amores de verano, las rosáceas para los amores pasajeros y las doradas para el amor verdadero.
Al principio no fue fácil, pero Dafne y las chicas me ayudaron con la puntería.
El secreto estaba en el hilo rojo. Cuando dos personas se miraban en mi presencia, o en la de las chicas, veía un hilo rojo conectándolos; si era endeble era pasajero, si era pálido era de verano, pero si tenia un color rojo intenso y era resistente era verdadero.
Pero no sólo en París; en todo el mundo.
Yo no podía ir a todas partes, debía quedarme en París para organizar las flechas y las salidas y entradas de las chicas; así que me encargaba de mandar a cada regimiento a un país distinto con la suficiente ración de flechas. Cuando a un regimiento se les acababa las flechas una alarma me lo decía y mandaba a otro regimiento mientras el primero volvía y recargaba flechas. A veces, sobre todo en las fiestas como en San Valentín, dejaba a una hadita al cargo de todo mientras yo realizaba el trabajo de campo como me gustaba llamarlo.
Toda esta locura comenzó hace 200 años y desde entonces estoy sola con mis haditas siendo ignorada por la luna.
Me llamo Blair, Blair Love. Eso fue lo que la Luna me dijo el día que desperté. Y aún espero a que la Luna me diga si toda mi existencia se reduce a lanzar flechas a desconocidos. Porque a veces odio mi trabajo.
Eso fue lo que la Luna me dijo el día que desperté.
Mi primer recuerdo es de cuando desperté en medio de las ruinas de un castillo una noche de luna llena.
Estaba en una habitación sin techo que parecía haber servido de cuarto de una dama importante, aunque todo estaba reducido en cenizas.
La Luna me dijo mi nombre. Y me alumbró en la noche mientras yo buscaba rastro de vida.
Aún siento escalofríos cuando recuerdo mi reflejo en el espejo lleno de hollín: mi cabello, despeinado, era negro y tenia mechas rojas y mis ojos una mezcla entre marrón y rojo. Llevaba una túnica blanca como las de los romanos, iba descalza y llena de hollín. Sin embargo, lo que me sorprendió fue que aquella fue la primera vez que las veía; la primera vez que veía mis alas.
Eran blancas, con las puntas de un rosa pálido, grandes y hermosas parecidas a las de los ángeles.
Mi primer aleteo fue un desastre, no subí ni dos palmos que ya me estaba cayendo. Así ocurrió varias veces hasta que pude volar tan alto que sobrepasé las nubes, teniendo una magnífica vista de la luna. Miré a la luna como un niño mira orgulloso a su padre tras aprender a montar en bici solo.
Realicé un aterrizaje forzoso en lo que debió ser el jardín del castillo, pero no veía a nadie, aquello estaba desierto.
-¿Y ahora qué?-dije al tiempo que miraba a la luna en busca de respuestas.
Fue entonces cuando, milagrosamente, la luna me habló por segunda vez.
París...
-¿París? ¿Quieres que valla a Francia? ¡Ni siquiera sé dónde estoy!
Por toda respuesta, el viento comenzó a soplar hacia el sureste y yo suspiré resignada.
-Esta bien, sé captar una indirecta.
Y así volé parte de la noche, incluso llegué allí y todavía era de noche. Y ante mí se alzó la torre Eifel.
Y me emocioné.
¡Estaba en París! ¡Había llegado volando a una de las ciudades más hermosas del mundo!
Lo primero que hice fue pasear por las calles. Cuando pensaba que mis alas llamarían mucho la atención y que molestarían, éstas se replegaron en mi espalda y desaparecieron. Pronto noté que nadie me miraba por mi llamativa ropa.
Y me detuve a escuchar la preciosa voz de una joven que cantaba en italiano en mitad de la calle. Cuando la canción terminó la gente se marchó sin más y yo me acerqué a la joven sonriente;
-Ha sido una canción preciosa-dije amablemente, mas no obtuve respuesta-. ¿La has compuesto tu? ¿Puedo saber cómo se llama?-seguía preguntando pero seguía sin respuestas y comenzaba a molestarme-¿Me estas ignorando adrede porque llevo una túnica y estoy descalza?
Molesta, fui a darle un suave golpe en el hombro cuando me encontré que mi mano traspasaba a la joven. Y grité. Me alejé de ella y miré a mi alrededor. Me acerqué a un hombre que andaba por ahí, pero también me traspasó. Y así se repitió innumerables veces hasta que, asustada, salí de allí volando hasta llegar a la parte más alta de la torre Eifel donde me abracé a mí misma y miré a la luna con la incertidumbre impresa en la cara.
Arriba...
Miré a la luna como si se hubiera vuelto loca pero, lentamente, volé hacia ella atravesando las nubes. Y allí lo vi; un castillo completamente blanco sobre las nubes. Me acerqué a las puertas, rosas, y llamé pero estas simplemente se abrieron dejándome ver una amplia sala con cuadros de gente que no conocía. Miré a la luna insegura pero seguí todo recto. Atravesé un enorme comedor, una sala de baile, vi unas puertas que ponían cocina y subí unas elegantes escaleras con las barras de la barandilla en forma de corazón. Atravesé un pasillo con puertas a ambos lados hasta llegar a una enorme que ponía Blair en letras doradas delante de unas puertas igual de grandes que ponía Biblioteca, también en dorado. La luz de la luna daba completamente en la de la biblioteca y decidí hacerle caso.
Las puertas se abrieron a la par dándome la hermosa vista de una enorme sala con estanterías altísimas llenas de libros de todos los tamaños, colores y temas. En el centro había una mesa de estudio al lado de una de las enormes ventanas una chimenea con una alfombra roja en forma de corazón y cojines, butacas y sofás de distintos rojos y rosas.
En el techo había un tubo plateado, pero no sabría decir en aquel momento si era de entrada o de salida.
Sobre la mesa del escritorio había tres objetos; un arco de oro, un carcaj de oro y un control remoto plateado.
Pulsé un botón del control, se oyó el ruido de un motor y de la tubería salió un montoncito de nube rosa pálido. La nube se deshizo dejando ver una hadita vestida de rosa con un mini arco también rosa y un mini carcaj de igual color. La hada hizo un saludo militar y cuando puso su manita sobre el carcaj y lo vio vació se le puso la cara blanca. Me miró dubitativa y algo me dijo que quería flechas.
-Yo no tengo flechas.
La cara de la hadita llegó al suelo de la decepción. Se arrodilló en el escritorio deprimida cuando, de pronto, dio un brinco y revoloteó cerca de mi cara. Otra vez algo me dijo que quería que la siguiera y llegué a una habitación donde había una máquina enorme con unos recipientes de proporciones estroboscópicas llenas de polvos dorados, rosáceos y plateados cada uno. La hadita voló hacia lo que sería el panel de control e intentó con todas sus fuerzas bajar una palanca. Terminé ayudándola y pronto el motor comenzó a funcionar. No sé qué hicimos que nos llenamos de polvo.
En pocos segundos un enorme cubo se llenaba de pequeñas flechas doradas, rosas y plateadas y otro cubo, de flechas de un tamaño normal.
Pronto comprendí que yo era cupido. Dafne, como llamé a mi mano derecha la primera hadita, y yo creamos más haditas y más flechas y comenzamos nuestra tarea de llevar el amor al mundo.
Las flechas grises era para los amores de verano, las rosáceas para los amores pasajeros y las doradas para el amor verdadero.
Al principio no fue fácil, pero Dafne y las chicas me ayudaron con la puntería.
El secreto estaba en el hilo rojo. Cuando dos personas se miraban en mi presencia, o en la de las chicas, veía un hilo rojo conectándolos; si era endeble era pasajero, si era pálido era de verano, pero si tenia un color rojo intenso y era resistente era verdadero.
Pero no sólo en París; en todo el mundo.
Yo no podía ir a todas partes, debía quedarme en París para organizar las flechas y las salidas y entradas de las chicas; así que me encargaba de mandar a cada regimiento a un país distinto con la suficiente ración de flechas. Cuando a un regimiento se les acababa las flechas una alarma me lo decía y mandaba a otro regimiento mientras el primero volvía y recargaba flechas. A veces, sobre todo en las fiestas como en San Valentín, dejaba a una hadita al cargo de todo mientras yo realizaba el trabajo de campo como me gustaba llamarlo.
Toda esta locura comenzó hace 200 años y desde entonces estoy sola con mis haditas siendo ignorada por la luna.
Me llamo Blair, Blair Love. Eso fue lo que la Luna me dijo el día que desperté. Y aún espero a que la Luna me diga si toda mi existencia se reduce a lanzar flechas a desconocidos. Porque a veces odio mi trabajo.
jueves, 25 de julio de 2013
Cap 2: Puede
Me desperté por la mañana
y otra vez estaba en mí cama, ¿no estaba haciendo yo el primer turno de noche?
¿A quién le tocaba después? A Luffy… ¿Él me trajo aquí? Un momento… ¿Y los
gritos? ¿A dónde se fue la extraña tripulación de la que formo parte? Me
levanté y me cambié de ropa, me peiné un poco y salí del camarote. Usopp estaba
añadiendo un columpio en la cubierta justo bajo el mástil, Chopper lo ayudaba
encantado, Zorro entrenaba sin camisa frente a Robin quien leía otro libro y le
dedicaba varias miradas mientras seguía cogiendo el muñecajo de ayer. Busqué
por todas partes, Sanji estaría en la cocina, pero no era a él a quien buscaba.
Bajé las escaleras y me fui a la cabeza del Alma de Merry. Y allí estaba. Un
pensativo capitán mirando al mar mientras jugaba con su sombrero de paja. El
viento provocó que el sombrero volara y cayera a mis pies, me agaché a cogerlo
y levanté la mirada topándome con sus ojos, volviendo a perderme en esos
hermosos ojos. Me sonrió sin moverse de su sitio y yo me acerqué dándole su
sombrero.
-¿Me llevaste tú a mi
camarote?-Le pregunté rompiendo el silencio
-Sí-Cogió el sombrero y se
lo puso- Subí al mástil a la hora que me tocaba y te vi allí dormida. No quería
despertarte y te cargué para llevarte a tu camarote-Sonrió-Pesas menos de lo
que pareces
-Gracias, supongo-Me
sonrojé mirando hacia otro lado.
-¿Cómo pasaste la noche?
-Bien, ¿y tú vigilancia?
-Aburrida, sólo había mar,
estrellas y la luna. No había nada interesante. Lo único interesante en toda la
guardia fue cuando te encontré-Me sonrió nuevamente- De verdad, no te esperaba.
Creía que te habrías ido ya.
-Es que estaba cansada.
-Lo presentí.
Y otra vez ese silencio se
volvió a crear a nuestro alrededor. No era incómodo, pero era extraño. Él
sonreía como siempre y yo intentaba ocultar mi sonrojo desviando la mirada.
Entonces, unos gritos rompieron el silencio llamando nuestra atención.
-¡No Robin! ¿¡Por
qué!?-Lloriqueaba Sanji
-¡Uju! ¡Muy bien hecho
Zorro!-Aplaudía Usopp
-¡No lo animes!-Le gritó
Sanji aún llorando
-Creo que esto no es apto
para mí-Se sonrojó Chopper mirando al columpio que habían terminado.
Miré hacia donde ellos
miraban y me encontré a Zorro, caído sobre Robin, apoyándose en el barandal
para no caerse y a Robin agarrada al torso desnudo del espadachín. Los dos
tenían los labios unidos y se miraban con los ojos abiertos de par en par.
Cuando se separaron estaban muy sonrojados y tosían en un vano intento por
ocultar la tensión entre los dos. Robin, cogió su libro y se fue a la parte
trasera del barco mientras que Zorro se subía al mástil para no oír los gritos
de los demás. Sonreí, Robin lo había conseguido, miré a Luffy quien sonreía
travieso mostrando los dientes mirando al sonrojado espadachín.
-Am… Voy ha hablar con
Robin-Me dirigí a las escaleras
-Nami-Me giré a verle- Hoy
estás muy linda-Sonrió para mí
Me sonrojé ante eso y,
después de balbucear cosas sin sentido sólo pude decir:
-Gracias…
Desaparecí de allí lo más
rápido que pude para llegar con Robin. Ella estaba apoyada en el barandal mirando
la mar, aún sonrojada y suspirando todo el tiempo. Me acerqué a ella y me
coloqué a su lado.
-¿Puedo preguntar qué ha
pasado ahí fuera?-Le dediqué una sonrisa pícara
-Nada, Zorro resbaló y dio
la casualidad de que yo estaba ahí-Se sonrojó más.
-Ya, claro, casualidad.
Las casualidades no existen, sólo lo inevitable-Adopté el aura que solía tener
ella.
-No intentes imitarme,
navegante-Me sonrió perdiendo el sonrojo por completo- Aunque debo reconocer
que me gustó, aunque fuera un simple roce.
-Ja, ja. Le has provocado
un paro cardíaco a Sanji-Reí a carcajadas siendo seguida por Robin.
Noté que Luffy estaba allí
viéndonos y cuando le miré se acercó a nosotras.
-Hola chicas, Sanji me
envía para deciros que el desayuno está listo.
-Ya vamos, capitán-Sonrió
Robin volviendo a ser ella.
Yo simplemente reí un poco
ganándome una mirada curiosa de Robin.
-¿Estás segura de ir?
¿Recuerdas el paro cardíaco?
Robin rió conmigo ante la
mirada confusa de Luffy.
-Creo que se le pasará con
el tiempo.
Entonces Luffy entendió.
-Hey Robin, ¿para cuando
la boda?-Sonrió pícaro
-Anda, el que parecía
retrasado con el temita-Bromeé
-Pregúntale a Zorro, o a
ti mismo-Nos miró alternativamente antes de dedicarle una mirada indescifrable
para Luffy- A ver cuándo te decides a dar el primer paso, mi capitán.
-“¿Mi capitán? ¿Desde
cuándo es suyo? Espera, es normal que la tripulación diga <a sus órdenes mi
capitán>, ¿en qué estoy pensando?-Pensé
-He Nami, ¿no vienes a
desayunar? Anoche no cenaste
Me encontré con que Luffy
era el único, aparte de mí, que permanecía ahí.
-¿He? Sí, tengo hambre-Me
apresuré en dejarlo atrás.
Desayunamos
tranquilamente, sin gritos de estar hambriento de Luffy lo cual era sospechoso,
aunque los gritos reclamando la comida robada por parte de Usopp, Chopper y
Zorro seguían en el aire. Terminamos de desayunar y ayudé a Sanji a lavar los
platos, le había prometido ayudarle ese día.
-Dime Nami…-Dijo
pensativo-¿A ti te gusta el capitán?
-¿He? ¿Qué?-Desperté de
mis pensamientos.
-Digo, porque últimamente cuando
te miro estás observando a Luffy o hablando con él-Siguió lavando un plato
antes de pasármelo.
-No sé de qué me
hablas-Cogí el plato y empecé a secarlo
-Está bien… Hablemos de
otra cosa-Siguió lavando otro plato- ¿Viste el beso de Robin y Zorro?
-Sí, fue por un accidente.
-Ya, pero no veo que
ninguno se negara o se gritaran
-Sabes cómo es Robin y
Zorro… creo que fue su primer beso y por eso no dijo nada-Reía divertida.
-¡No bromees con eso!-Dijo
llorando escandalosamente
-Bueno, yo ya he
terminado, hasta luego-Dije quitándome el delantal y dejándolo por ahí para
luego salir de la cocina. Suspiré aliviada una vez fuera, no tenía ganas de que
Sanji me volviera a preguntar por Luffy. Caminé hacia las escaleras, pensaba ir
a mí habitación.
-Tampoco es que se note
mucho, ¿no? Vamos, en Robin casi me lo esperaba pues es muy observadora pero
¿Sanji? Vamos, habrá sido de chiripa. No creo que ese idiota se diera cuenta
de… ¿o quizás si?
-¿Hablas sola? Jo, que
raro…-Dijo Luffy, con gesto aburrido, apoyado contra el barandal.
Los brazos se le caían por
fuera y el resto del cuerpo lo dejaba caer hasta el suelo. Me sonrojé ante eso,
¡estaba pensando en voz alta!
-Am… no… yo
solo…-Balbuceé-“¿¡Hasta dónde he dicho!?”-Mi sonrojo aumentó ante la mirada
curiosa de Luffy- Hasta luego-Corría a mi habitación.
Sólo una vez que la puerta
se cerró, dejé escapar el aire, que no sabía que contenía, y me dejé caer al
suelo.
-Muy bien esquivado,
navegante…-Sonrió Robin apoyada en el escritorio
-¿Qué haces tú aquí?
-Hey, Nami-Dijo Luffy tras
la puerta
-Ahora no Luffy
-¡Pero yo quiero hablar
contigo ahora!
Abrí la puerta, sólo para
decirle:
-¡HE DICHO QUE AHORA NO!
Dicho esto le cerré la
puerta en las narices. Robin me miraba divertida
-Valla, creí que le
contentabas para que no se pusiera pesado
-Eso ya se ha acabado-Dije
molesta
Suspiré un par de veces
ante la mirada burlona de Robin y la miré con aire pícaro.
-¿Y tú y Zorro? ¿Qué tal?
-Bien… Zorro en el mástil entrenando
y yo aquí hablando contigo.
-¿Sabes qué necesitamos?
-¿Qué?
-Un día de compras para
relajarnos
-¿Está segura navegante?
¿Y el dinero acumulado hasta ahora?
-Cogeremos la parte de
Sanji-Dije con naturalidad y abrí la puerta para bajar- Mira la otra,
creyéndose que voy a gastar mí dinero.
Ante la mirada de Zorro
desde el mástil y la de Usopp en el ahora nuevo columpio bajamos del barco y
nos adentramos en la ciudad. Estaba muy concurrida a esa hora de la mañana.
Robin y yo nos probamos varios conjuntos, gafas de sol y varios sombreros. Nos
lo pasamos tan bien que cenamos allí las dos solas y varios hombres se nos
acercaban para cortejarnos. Al volver al Alma de Merry, yo llevaba una bolsa y
Robin otra, y las dos bebíamos un refresco mientras hablábamos de uno de los
hombres que se nos acercaron.
Me sorprendió que el barco
estuviera tan tranquilo, no era tan tarde, apenas comenzaba a ponerse el sol.
Zorro fingía dormir al pie de la escalera, el delicioso olor proveniente de la
cocina me confirmó que Sanji estaba allí preparando algo, Usopp jugaba a las
cartas junto con Chopper y un despreocupado Luffy. Nos miramos un momento y
sonreímos antes de decir;
-Ya hemos vuelto-Con total naturalidad
-Ya hemos vuelto-Con total naturalidad
-Nami, os habéis retrasado
mucho, ¿no?-Cuestionó Usopp sin dejar de jugar
-Había mucha gente y Robin
se distrajo con unos libros.
-¿Libros de ciencia,
Robin?-Preguntó la tierna voz de Chopper
-Sí, te he traído uno de
medicina, Chopper-Le mostró el libro
-Gracias, Robin, no tenías
porqué-Le echó una ojeada y lo dejó a su lado- Me servirá para mis ungüentos,
gracias
-¿A qué jugáis?-Me incliné
al lado de Luffy
-Al mentiroso…-Dijo
concentrado mientras dejaba dos cartas- Dos cuatro
-¡Mentira!-Dijo Usopp
dándoles la vuelta y comprobando que efectivamente era una pareja de cuatro
-¡Eres un desconfiado, no
te fijas de tu capitán!
-Sí, hombre, voy hacerle
caso al capitán que casi destroza el Alma de Merry para ir a la isla del cielo.
Y lo siguiente será que me tire por la borda
-Te has ofrecido
Usopp-Dijo serio señalando el mar
-¡NI LO SUEÑES!
Y así comenzó una pelea
que acabó en el aire minutos después. Subí a mi habitación, aún escuchado sus
gritos y dejé la bolsa al lado de la cama. Miré la cama y acto seguido me tiré
a ella.
No pude conciliar el
sueño, no pude dejar de pensar en él. ¿Cómo podía colmarme de toda su atención
y al instante ignorarme?
Decidí que hoy no dormiría
y salí del camarote. Todos estaban durmiendo dando al Alma de Merry un aire
espectral. Miré el mástil, hoy le tocaba a Robin hacer la primera guardia, la
arqueóloga se asomó y me vio, al instante una de sus manos aparecía frente a mí
con una manta cuidadosamente doblada.
Le agradecí con una
sonrisa antes de tomar la manta y bajar del barco. Las hamacas estaban vacías y
la fría brisa que me azotaba me obligó a ponerme la manta sobre los hombros. Me
senté en la hamaca más cercana y miré al barco, observando cómo Usopp subía
hacia el mástil y tomaba la posición de Robin como vigilante. La figura de
Robin apareció tras la luz encendida de la cocina y la mano de la misma me
sorprendió con una nota y una taza de chocolate caliente;
Aunque es verano, esta
noche hace frío. El capitán me ha dicho que te lo de.
Observé la taza caliente y
la tomé entre mis manos antes de que la mano de Robin se despidiera con un
movimiento y desapareciera.
¿Luffy me mandaba el
chocolate caliente? ¿Cuándo me había visto venir hasta aquí sin que yo le viera
a él?
Mientras pensaba en las
posibles respuestas tomé un trago del chocolate caliente y me quejé por haberme
quemado la lengua. Al alzar la vista podía ver la puerta de la cocina abrirse
nuevamente y a una figura, con un sombrero de paja, salir y dirigirse a la proa
donde se sentó en la cabeza, su sitio preferido.
Sonreí y me levanté
dirigiéndome nuevamente al barco. Me acerqué a Luffy, el cual miraba el mar
dándome la espalda. La suave brisa movía su cabello, pero su sombrero seguía en
su sitio. Me acerqué aún más, lo suficiente como para sentarme un poco alejada
de él.
-Las estrellas se ven
hermosas esta noche-Sonreí mirando al cielo
Noté cómo Luffy se
sorprendía y me miraba antes de sonreír y seguir mirando hacia el horizonte
-Sí
-¿Qué tal tú día, Luffy?
-Aburrido. Según Sanji,
cuando no estáis ninguna el barco se calma. Yo creo que es porque nos ha dado
hoy por la pereza. Aunque para Zorro no haya supuesto ningún cambio.
-Sí, Zorro se pasa el día
durmiendo y entrenando. Creo que duerme más que entrena.
-Pues cuando está Robin,
Zorro entrena a todas horas. Sólo duerme cuando ella no lo ve, aunque todos
acabamos topándonos con él y despertándolo-Dijo divertido-¿Y a dónde habéis ido
tú y Robin?
-Hemos hecho unas compras.
Yo he comprado más papel y más útiles de dibujo. Después de comer visitamos la
librería que Robin quería ver y luego nos pasamos el día de una tienda a otra
-Debéis estar muy
cansadas.
-No tanto, no puedo dormir
-¿Y eso?-Me miró con
atención
Miré hacia la playa,
ocultando mi sonrojo y un escalofrío recorrió mi espalda al soplar el viento,
lo cual hizo que me acurrucara más con la manta y tomara un nuevo trago de
chocolate caliente.
-Gracias por el chocolate.
-Te lo dio Robin, no fui
yo. ¿Por qué no puedes dormir?
-No es nada, es una
tontería
-Venga dímelo. No será una
tontería si te quita el sueño
Ya la había liado. Ahora
Luffy no pararía de preguntar hasta que se lo dijera. Debía inventarme algo.
-Es que… La semana que
viene es mi cumpleaños…-Dije instintivamente
-Es verdad, es justo el
día del solsticio de verano, ¿no? Eso me recuerda, Nami ¿qué quieres por tú
cumpleaños?
-¿No se supone que debes
elegir el regalo en secreto, Luffy?
-Le estuve preguntado
Sanji y a los demás posibles regalos, pero me dijeron que ninguno te gustaría.
Y como no sé qué regalarte te lo pregunto. ¿Qué quieres por tu
cumpleaños?-Sonrió
-Un… Un pastel de
mandarinas… Como los que hacía Belmer…-Sonreí al recordarla.
-Um… Es difícil…
-Olvídalo, me conformo con
pasarlo todos juntos-Sonreí abiertamente-Belmer es incomparable, no hay nadie
que pueda hacer su pastel de mandarina tal y como ella lo hacía-Temblé al notar
el viento frío que se despertaba y que la manta no me quitaba
Unos brazos fuertes me
abrazaron y el latido de un corazón desbocado palpitaba bajo el pecho que tenía
en la roja mejilla.
-Lu-Luffy…
-Tienes frío ¿no? Pues ya
está-Sentenció ocultando el rostro
Sonreí para mí misma antes
de abrazarle y permanecimos así un buen rato hasta que el sueño me venció en
sus brazos y sólo pude oír un;
-Lo conseguiré… cueste lo
que cueste, Nami…
Sólo una palabra cruzó mi
mente antes de dormir… Puede… Puede que realmente esté enamorada de éste loco
capitán.
Cap.
1: Imposible.
El sonido de los pájaros
al cantar me despertó. Aún no quería levantarme, me daba pereza así que me
acurruqué en mí cama acomodándome para que la luz del sol no me diera en la
cara. Entonces, como si el mundo no quisiera que durmiera un rato más, se
escuchó los típicos gritos provenientes de la cubierta.
-¡Oye! ¡Sanji, tengo
hambre!
-¡Pues come una manzana
hasta que esté listo el desayuno!
-¡Yo quiero carne! ¡Un
desayuno de verdad!
-¡Pues te esperas a que
bajen Robin y Nami!
Se acabó. Me levanté de la
cama y abrí la puerta provocando que chocara con la pared haciendo mucho ruido.
Usopp y Chopper estaban en las escaleras y casi se caen del susto, Zorro estaba
echando la siesta bajo el mástil y se despertó, Luffy y Sanji, los que
gritaban, desviaron la vista para verme con el pijama; unos pantalones cortos y
una camisa de tirantes.
-¿¡QUÉ OS HE DICHO DE
GRITAR TAN TEMPRANO PANDA DE IDIOTAS!? ¡YA OS PODÉIS ESTAR CALLADITOS SI NO
QUEREIS QUE HOY SEA VUESTRO ÚLTIMO DÍA DE VIDA!-Les grité realmente enfadada.
Volví a cerrar la puerta
con un nuevo portazo, ya no podría dormir más por culpa de ellos. Me cambié, me
puse unos pantalones de color celeste y una camiseta de mangas cortas con algo
de escote, me lavé la cara y me peiné un poco. Salí otra vez haciendo más ruido
con la puerta, bajé las escaleras molesta y me senté al lado de Robin que leía
un libro mientras tomaba una taza de té.
-Buenos días
navegante-Saludó con su característica serenidad mientras sonreía- veo que hoy
también despiertas llena de energía.
-¿Qué dices, Robin? Hoy
despierto como todos los días, con ganas de matarlos a todos.
-Si es en tus manos, mi
querida Nami, no me importaría morir-Dijo Sanji dejando mi plato frente a mí-
Buenos días, mi pelirroja ¿qué tal?
-Como no te alejes de mí
te reviento la cabeza-Cogí el cuchillo antes que el tenedor de forma
amenazante.
-Creo que iré a preparar
el desayuno de los demás-Dijo temeroso.
-¡Por fin ya era hora! ¡Me
muero de hambre!-Gritó Luffy en el oído de nuestro cocinero.
-¡Ya te oí la primera vez,
idiota!-Le gritó en respuesta.
-De verdad, no sé cómo
siguen con vida-Los miré furiosa mientras atacaba mí desayuno.
-Venga navegante, es por
esa estupidez por la que siempre salen con vidas. Necesitas relajarte, ¿por qué
no vas con el capitán a dar una vuelta? Flower Twon parece una ciudad
agradable-Sonrió con complicidad.
-¿Qué? ¿Y porqué querría
yo ir con ese a pasear?-Pregunté fingiendo molestia mientras ocultaba mi
sonrojo.
-No sé, dímelo tú-Me
respondió con la misma sonrisa.
Suspiré, me terminé el
desayuno y me fui a mi cuarto. La paz no duró mucho pues alguien llamó a la
puerta.
-¿¡Y ahora qué!?-Dije
molesta a modo de pase
La puerta se abrió dejando
ver un sombrero de paja tapando un rostro culpable.
-Oye, Nami, ¿te has
molestado con nosotros?-Dijo con un deje de culpa.
-¿Qué?-Me sorprendí, Luffy
en verdad es un niño- No, lo que pasa es que siempre me sacáis de quicio con la
forma que tenéis de despertarme.
-¿Qué forma?-Se sentó en
el suelo frente a mí.
-Ya sabes, los típicos
gritos “Sanji, tengo hambre” o “Pues te esperas a que bajen Nami y Robin”-Dije
dándole la espalda volviendo a mis dibujos- Y justo hoy que quería descansar un
poco.
-Es verdad, siempre estás
con tus dibujos, ¿por qué no te bajas al pueblo y das un paseo para relajarte?
-¿He? Pues porque
acabaríais matándoos unos a otros si no estoy aquí para calmaros.
-¿Y eso por qué?
-Pues porque todos se
molestan o enfadan cuando haces o dices alguna idiotez.
-Entonces, ¿las peleas y
que te enfades son culpa mía?-Dijo con el mismo tono culpable de antes.
Me giré en la silla y vi
como, nuevamente, ocultaba el rostro bajo el sombrero.
-Claro que no, es porque
todos tenéis muy mal temperamento y os enfadáis por nada.
-¿Y si voy contigo a dar
una vuelta estarías más tranquila?-Levantó la cara con la inocencia escrita en
sus ojos.
-Yo… Am… Su…Supongo que
sí… Pero, de todas formas necesito hacer mapas-Me giré continuando con mi tarea
-Entonces necesitarás ver
la isla. ¿Por qué no vamos? Haces tus mapas y estás tranquila de que no nos
peleemos-Volvió a decir inocente.
-Luffy, no estoy de humor
para dar un paseo-Suspiré, ese capitán conseguía ponerme nerviosa cuando
quería.
-Pero yo quiero dar una
vuelta contigo-Declaró como si fuera un niño.
Suspiré, no tenía
escapatoria.
-Está bien, ¿si doy un paseo
contigo te quedarás contento?-Le miré resignada
-¡Sí! Venga, Nami,
vamos-Me cogió la mano, mientras que con la otra cogía mis útiles de dibujo.
Me arrastró fuera del
camarote y, ante las miradas de Robin y Zorro, me llevó fuera del barco.
Estuvimos dando vueltas de un sitio a otro, con cada cosa Luffy se asombraba y
me hacía reír, parecía un niño pequeño aprendiendo cosas. Las miradas
asombradas y sorprendidas de Luffy hacían que apenas me creyera que tenía mí
misma edad y que, en contadas ocasiones, había logrado mantenerse serio y
maduro si la situación lo requería. Entonces llegamos aun campo lleno de flores
y decidimos descansar allí. Luffy había cogido unas frutas de un árbol cercano
y estaba tumbado a mí lado mientras se comía un plátano, yo estaba sentada
mientras dibujaba y echaba rápidas miradas al paisaje y veía de reojo a mi
capitán quien parecía haberse quedado dormido con el sombrero tapándole la
cara. Yo sonreía mientras hacía un nuevo dibujo aprovechando que él se había
quedado dormido.
-Oye Nami-Me sorprendí
ante la llamada de Luffy
-Dime Luffy-Lo miré llena
de curiosidad
-¿Qué es una chica linda?
-¿Qué? ¿A qué te refieres
con eso?
-Pues que cuando tú te
fuiste a tú cuarto, Sanji dijo que no tenía modales delante de una chica
hermosa y entonces, cuando se fue a la cocina, Robin me dijo que una chica
hermosa es una chica que es linda ante mis ojos…-Se quitó el sombrero de la
cara y me miró con la inocencia y la curiosidad que sólo él podía mostrar- Pero
no la entendí. ¿Qué es una chica linda?
-Pues… digamos que es una
chica… A ver… cómo te lo explico…-Susurraba más para mí que para él- Pues…
Sabes lo que es una chica ¿no?
-Sí, eso sí que lo sé
-Supongo que, siguiendo la
explicación de Robin, debe ser la chica que te gusta. Quiero decir, que pese a
que pueda parecer enfadadiza o no sea muy guapa, para ti sea lo más importante…
Creo yo, ya sabes soy una chica y no me fijo en las demás-Sonreí sin saber
porqué- ¿Responde eso a tú pregunta?
-Mejor que Robin,
sí-Volvió a mirar al cielo sin ponerse el sombrero
Yo seguí dibujando un rato
más. Notaba cómo mi sonrisa aumentaba mientras mí dibujo tomaba la forma
deseada.
-Oye Nami, ¿qué
dibujas?-Se interesó Luffy.
-¿He? Nada, el
paisaje-Escondí el dibujo y lo cambié por el inicial del paisaje
-Pues parecía otra cosa
más que flores. Anda déjame verlo-Dijo adoptando otra vez esa voz infantil-
Anda, déjame verlo, por fa, venga.
-Está bien, ¿lo ves?-Le
enseñé el dibujo del paisaje.
-¡Éste no! ¡Si quisiera
ver flores miraría el campo! Quiero ver lo que dibujabas que te hacía sonreír.
-¿Qué? Yo no sonreía
-Claro que sí, anda déjame
ver tu dibujo-Me arrebató el cuaderno y, alejándose de mí lo abrió por el
último dibujo que hacía-Anda, pero si te ha quedado muy bien. Hasta estamos
todos aquí.
Me acerqué a él que se
había parado a observar el dibujo, le arrebaté el cuaderno y me dirigí por el
camino que habíamos tomado para llegar. Luffy me seguía de cerca.
-Oye Nami, no te enfades,
si te ha quedado muy bien. Estamos todos sonriendo como piratas, me gusta.
No le hice caso, estaba
sonrojada porque lo había visto, la buena noticia era que no se había fijado
muy bien en el dibujo. Llegamos al barco y, como cuando nos fuimos, Robin nos
miró interesada hasta que cerré la puerta de mi camarote en la cara de Luffy.
-Pero, ¿qué le
pasa?-Escuché su voz al otro lado de la puerta.
Suspiré, me di una ducha
para relajarme y me cambié rápidamente. Me senté en la cama mientras me secaba
el pelo y escuché unos golpes en la puerta.
-Pase
-Hola, navegante, ¿qué tal
tu paseo?-Cerró la puerta detrás de ella.
-Pues muy nervioso. Y que
conste que salí a pasear con él para que me dejara tranquila.
-¿Alguien te ha reprochado
algo?-Sonrió victoriosa- Luffy no para de preguntar a todos, explicándoles lo
ocurrido, la razón de tu enfado-Rió divertida- El cocinero lo está
estrangulando en la playa por eso.
-Ahora entiendo la
tranquilidad del barco-Suspiré- No me he enfadado, sólo me puse nerviosa y me
fui.
-Entiendo-Se sentó en la
silla de mi escritorio- ¿Y por qué se enfadaría la navegante por que vean su
dibujo?
-No es porque vean mi
dibujo, es porque ha visto <ese> dibujo en concreto y casi me da un
ataque-Me tumbé en la cama exhausta- Lo bueno es que no se ha fijado lo
suficiente para examinar el dibujo.
-¿Puedo verlo?-Cogió el
cuaderno de mi escritorio
-Claro, a ti sí que te lo
puedo enseñar abiertamente
Robin abrió el cuaderno y
buscó el dibujo, antes había varios bocetos de todos ellos y, cuando llegó al
último, entendió mi nerviosismo. Es verdad que estábamos todos; Usopp y Chopper
apoyados en el mástil, Sanji sonriendo al lado de Zorro, éste desenvainando sus
espadas amenazadoramente, Robin con sus brazos a su alrededor sonriendo con
naturalidad, y frente a todos ellos él y yo… Luffy, abrazándome por la cintura,
dejando ver su rostro sonriente en mi hombro y yo, sonrojada con mis manos en
las suyas, sonriendo. Los dos nos mirábamos cómplices.
-Ya veo el problema-Rió-
Es un buen dibujo, me gustaría que me dedicaras uno.
-Claro, cuando quieras.
-Bueno, será mejor que
vallas a la playa para calmarlos a todos un poco-Se levantó
-Bueno, pero sólo voy a
tomar el sol a tu lado-Miré mis útiles de dibujo-Puede que empiece el dibujo
hoy-Sonreí a Robin.
Las dos bajamos del barco
y nos dirigimos hacia unas hamacas que habíamos colocado el día anterior. Robin
se tumbó en una y yo me senté en la de al lado apoyando el cuaderno en mí
pierna para dibujarla bien. Sanji dejó de estrangular a Luffy para traernos
unos refrescos, el capitán se fue a tramar algo con Usopp y Chopper. Al cabo de
un rato los tres estaban acorralando a Sanji antes de recibir sus patadas
giratorias.
-Oye Robin, ¿dónde está
Zorro?
-Entrenando en el mástil,
le sujeto a su oponente-Dijo con naturalidad leyendo un libro
Miré hacia el mástil y
allí estaba Zorro, como había dicho ella, peleando con un muñecajo bastante
dañado sujeto por los brazos de Robin. Seguí con mi dibujo oyendo las voces de
esos cuatro figuras peleando.
-¿¡QUEREIS CALLAROS DE UNA
MALDITA VEZ!?-Grité hastiada logrando que se callaran- Al fin algo de paz.
-Pero, empezó Sanji
estrangulándome-Reprochó Luffy.
-¡Empezaste tú saliendo a
pasear sólo con mi Nami!-Gritó éste
-Qué poco dura aquí la
tranquilidad-Suspiré.
-Déjalos, estaban
esperando con ganas el verano-Sonrió Robin mirando hacia el mástil y no hacia
los gritones
-Oye Robin, ¿qué piensas
de Zorro?
-¿He?-Noté un rápido
sonrojo que desapareció al instante- Es un gran espadachín y es de gran
utilidad para sacarnos de líos, su defecto es que duerme mucho.
-Sí, puede ser… Robin… ¿a
ti te gusta Zorro?-Me aventuré a decir
-Puede ser…-Contestó
sonriente volviendo al libro
La miré por un momento y
volví a mi dibujo. El sol ya empezaba a dar señales de desaparecer cuando me
desperté en la hamaca. El dibujo había sido arrancado y una nota me daba las
gracias con la firma de Robin. Suspiré, me levanté un poco y vi a Luffy sentado
en la hamaca de enfrente cruzado de piernas y mirando al mar.
-¿Luffy? ¿Qué haces aquí?
-Ha Nami, te has
despertado-Me miró.
No tenía puesto el
sombrero dejando ver su pelo revuelto dándole un aire rebelde y algo maduro, su
sombrero descansaba a su lado esperando pacientemente a su dueño.
-¿Has dormido bien?-Me
despertó de mi ensoñación sonriendo
-¿He? Sí, gracias-Desvié
la mirada a mi cuaderno que había cerrado-¿Lo… has visto otra vez?-Me sonrojé
un poco.
-Sí, es que me gusta el
dibujo-Se giró completamente siguiendo en la misma posición-¿Me lo puedo
quedar?
-Pero, Luffy, ¿de verdad
te has fijado bien?-Seguía sonrojada
-Sí-Cogió el cuaderno y lo
abrió nuevamente para mostrármelo y señalarnos a los dos-Me gusta por esto, en
concreto.
-Po… ¿Por eso?-Me
sorprendí
-Sí, parecemos muy
felices-Me miró inocente
Sonreí, cogí el cuaderno y
arranqué la hoja antes de tendérsela
-Para ti-Amplié mi sonrisa
-Pero yo quiero como le
hiciste a Robin que le pusiste tu nombre con un corazón y todo-Hizo un mohín
Me sonrojé ante eso, no le
iba a dibujar un corazón. Puse mi nombre en una esquina para que no arruinara
el dibujo y se lo tendí mirando hacia otro lado fingiendo molestia.
-Y no pienso dibujar
ningún corazón así que conténtate con esto.
-… Gracias-Lo cogió y lo
miró interesado, seguí su mirada y vi que seguía mirándonos en el dibujo- De
verdad que me gusta mucho.
-Bueno, me voy antes de
que Sanji empiece a llamarme a gritos-Me levanté y me apresuré a llegar al
barco
Luffy no me siguió, seguía
sentado en la hamaca contemplando el dibujo. Yo me apoyé en el barandal del
barco mirándolo sonriente.
-Parece que al final se lo
has dado-Oí una voz que se colocaba a mí lado- Ése es un buen comienzo.
-¿De qué hablas? Se estaba
poniendo muy pesado, eso es todo-Respondí con naturalidad
-¿No crees que últimamente
le contentas para que no se ponga pesado?-Me sonrió cómplice
-No… No es como si me
gustara su sonrisa cuando consigue lo que quiere-Giré el rostro sonrojada
-¡Robin, pelirroja mía, la
cena está servida!-Nos llamó Sanji desde la playa
-¿Desde cuándo esta ahí?
-El capitán le pidió una
barbacoa para hoy-Dijo dirigiéndose fuera del barco- ¿Vienes navegante?
-Más tarde, dile a Sanji
que me guarde un poco de carne.
-Eso está hecho. Por
cierto-Se detuvo
-¿Qué?
-Creo que el capitán se
preocupará si no vas a cenar
-Dile simplemente que no
tenía hambre, ya cenaré más tarde.
-De acuerdo, le diré eso.
¿Sabes? Creo que te gusta el capitán
-¿Co…? ¿Cómo crees eso?-Me
sonrojé
-Bueno, iré a cenar-Se fue
riendo para sí misma.
Suspiré y subí al mástil,
me tocaba la primera guardia de vigilancia y ya estaba oscureciendo. Me senté
en la manta que había ahí para el vigilante de turno y miré las estrellas. Luffy
no me gusta, es imposible. La verdad es que la forma arrepentida en la que vino
ésta mañana me conmovió y la mirada sonriente de él cuando desperté fue
agradable… Pero no me gusta, imposible. ¿Yo enamorada de él? Simplemente eso,
imposible. Me levanté para ver hacia donde estaban ellos y sonreí al ver a
Luffy huyendo de Zorro, Usopp y Chopper con trozos de carne en la boca. Los
tres lo pillaron, después de darle un puñetazo Zorro se fue dejando a Usopp y
Chopper llorando reprochándole al capitán que esa era su comida. Miré a Robin
quien veía cómo Zorro se sentaba a su lado y cogía otro trozo de carne,
bromeaba con él y reía ante el nerviosismo del espadachín. Sanji comía gritando
un poco de seriedad. Volvía a dirigir mi mirada a Luffy quien me miraba
sonriente, Usopp y Chopper se habían ido. Le devolví la sonrisa y lo saludé con
la mano y él me guiñó el ojo. Yo me sonrojé y desvié la mirada al mar.
-Definitivamente es
imposible que me guste alguien como él-Intentaba que mi sonrojo desapareciera
domingo, 21 de julio de 2013
Cap
3:
-Venga Jeremy, vente con
nosotros a la piscina así te despejarás de estar tanto tiempo frente al
ordenador.
-Aelita ya te he dicho que
tengo que trabajar-Siguió tecleando dándole la espalda
-Ése es el problema
Jeremy; siempre estás trabajando.
-¿Por qué no te vas ya con
Odd?-Dijo molesto- Seguro que él sí te entiende y te trata mejor que éste
ermitaño. ¡Si trabajar en mí futuro me convierte en ermitaño, maldita sea, lo
soy! ¿Por qué no sales con el vago de Odd? A ti te van más los vagos.
-Jeremy pues claro que
valoro que te trabajes un futuro, pero ¿qué pasa con tu presente? Si todo lo
que hacemos cuenta para nuestro futuro te aseguro que nadie se acercara a ti
porque eres un solitario. Anda, ven y te despejas un poco las ideas.
En el patio, mientras ésta
conversación se llevaba a cabo:
-Oye, ¿no creéis que
Aelita está tardando más de la cuenta?-Preguntó Yumi con un refresco en la
mano.
-Sí, para preguntarle a
Jeremy si quiere venir con nosotros lo que más tiempo le va a ocupar es llegar
hasta su habitación.
-¿Por qué no vas a ver qué
le pasa, Odd?
-¿Yo? ¿Por qué yo?
-Porque yo tengo que
esperar a Hiroki, que me tiene que dar algo, y Ulrich me hace compañía.
-Está bien, ya voy yo…
Odd se levantó del banco
y, a espaldas de él, Ulrich y Yumi chocaron las manos en señal de victoria.
Cuando el rubio llegó frente al cuarto de Jeremy, apenas se acercó a tocar la
puerta porque una voz, un grito, un llanto, lo detuvo.
-¿Sabes qué Jeremy?
Probablemente le pida a él que salga conmigo ya que parece la única persona
aquí a la que le importo algo.
-Pues mira qué bien, corre
a él y olvídame.
-Te quedarás sin amigos
por tanto trabajo.
-Mira que bien, así podré
trabajar tranquilo.
-¿Sabes una cosa
Jeremy?-Se le resquebrajaba la voz- Por esto mismo nunca acabé saliendo contigo
seriamente. ¡Eres un ermitaño estúpido que sólo se preocupa de su trabajo! Si
alguna vez creí que estaba enamorada de ti, supongo que debió ser por tu
fingido interés en mí ya que parece que sólo me examinabas ya que provenía de
un mundo virtual.
-Y premio para la señorita
Stons a la perspicacia-Dijo sarcástico- Después de un año te das cuenta.
-¡Te odio Jeremy Belpois!
¡Me da igual si te mueres! ¡Ya no me preocuparé más por ti! ¡Te odio y no
quiero volver a verte!-Abrió la puerta y la cerró de un portazo.
No lo había visto hasta
que chocó contra él. Lo miró, Odd estaba sorprendido Aelita empezaba a tener
lágrimas recorriendo sus mejillas, él la llevó a su habitación. Aelita no
decía nada, miraba al
suelo dejándose guiar por Odd que la sujetaba de la cintura y la empujaba
levemente, sus lágrimas caían en silencio y a Odd se le rompía el corazón al
verla sufrir. Cuando llegaron, sin decir ni una palabra, Aelita se sentó en la
cama, Odd la observó mientras ella estallaba en llanto abrazando una almohada.
Se le encogió el pecho al verla sufriendo de aquella manera, se levantó y se
sentó a su lado abrazándola tiernamente.
-Mira, no sé lo que ha
pasado ahí dentro…-Le levantó la cara- Pero me da la sensación de que no iremos
a la piscina, ¿no?-Sonrió levemente para comprobar que ella aceptaba la broma.
-Odd tú eres el único que
siempre está ahí para cuidarme…
-No es verdad, los demás
también están. Yumi es como tu hermana mayor, Ulrich ese primo que ves
continuamente con el que te llevas mejor que nadie.
-¿Y tú qué serías?-Sonrió
aún con las lágrimas cayendo
-El mejor amigo que lo
deja todo para ayudarte cuando lo necesites, princesa-Sonrió dulcemente
mientras le quitaba las lágrimas en una caricia tierna.
-Pues me gusta. Que
siempre estés ahí para mí… Gracias. Incluso en Lyoko te desvirtualizabas por
mí.
-Sí, dejándote sola en
Lyoko, menudo héroe.
-Eres mí héroe Odd-Sonrió
abrazándolo- Supongo que te preguntarás qué ha pasado-Volvió a entristecerse
amenazando con llorar.
-Mira, como vuelvas a
dejar caer una lágrima más por su culpa te aseguro que voy a por él y ni su
madre lo va a reconocer cuando acabe.
Aelita rió, eso era lo que
le gustaba de Odd, no que la hiciera reír en general, que la animara siempre y
que supiera lo que tenía que decir y cuándo.
Por otra parte, Yumi y
Ulrich se desesperaban bajo la sombra del árbol esperándolos, el calor iba en
aumento y tenían ganas de ir a la piscina para refrescarse. Entonces Yumi bufó
molesta y cogió el móvil.
-Mira, le voy a mandar un
mensaje a Aelita para decirle que me voy a la piscina-Tecleó en el móvil, cogió
la mochila y se adelantó un poco antes de girarse a ver a Ulrich- Me muero de
calor y la piscina no estará abierta eternamente para esperarnos a nosotros.
¿Qué harás? ¿Te vienes?
-Claro-Cogió su mochila y
la acompañó.
Los dos se fueron hablando
de cualquier cosa sin importancia, riendo y bromeando. Yumi pensó que eso sería
lo más parecido a una cita con él que tendría en mucho tiempo y Ulrich…
simplemente disfrutaría de ese día con su mejor amiga… Porque sólo eran eso,
mejores amigos al fin y al cabo, ¿no? Llegaron a la piscina y cuando se
reunieron con sus respectivos bañadores Yumi se tiró de cabeza al agua saliendo
después de unos segundos y mirándolo con una agradable sonrisa en el rostro.
-Vamos ven, el agua está
estupenda-Lo animó.
-Pues allá voy-Se lanzó al
agua salpicándola.
Entre risas, bromas y ahogadillas se acercaron
tanto que cuando se dieron cuenta estaban a milímetros de la cara del otro. Se
sonrojaron e intentaron ocultarlo al otro sin darse cuenta de que estaban en
las mismas circunstancias.
Cambiar de ciudad nunca fue tan divertido.
1
Estaba cansado,
acababa de llegar a lo que sería mi nuevo hogar durante el resto del curso. Sí,
a mi padre se le ha ocurrido la genial idea de que mi último curso escolar lo
pase donde él se crió. ¿¡Y a mí qué me importa donde narices se crió!? Tengo mi
vida, mis amigos, todo allí en Tokio, pero cuando a mi padre se le ocurre
algo….
Supongo que debo
presentarme… Me llamo Tsukiyomi Ikuto, tengo dieciocho años y lo único bueno de
ésta estúpida mudanza es… que mi hermana, Utau, también se vino y la puedo molestar.
Ella tiene diecisiete años, recién cumplidos pero ya se cree la dueña de todo.
Ahora, en mi
nuevo cuarto, miro al techo, un montón de grietas a través de la pintura blanca
de la pared, lo pintaré en azul cuando no esté molesto. Suspiré fastidiado, ¿a
quién en su sano juicio se le ocurriría llevar a sus hijos al ombligo del
mundo, alejados de la mano de Dios, para terminar sus estudios? Desde luego, a
mí padre. Me giro en la cama y veo todas las cajas que aún están por
desempaquetar. Se supone que debería estar acomodando mis cosas.
-Lo haré más
tarde
Me levanté y bajé
las escaleras, Utau estaba en el salón sacando los objetos más frágiles para
colocarlos ya en el mueble y evitar desastres. Al girarse para coger otro
objeto de decoración, a mi padre le gusta coleccionarlos, me vio.
-Ikuto, ¿qué
haces aquí? Deberías estar desempaquetando, yo ya terminé con mi cuarto.
-¿Tan
rápido?-Levanté una ceja incrédulo
-Bueno… lo de
invierno y otoño lo puse en el desván… ¡Pero estoy segura de que tú no has terminado!
-Voy a dar una
vuelta
-¿Con permiso de
quién?-Puso sus manos en su cintura
-Mío, ¿te parece
suficiente?-Miré a la repisa, las llaves de la moto de Utau estaban al lado de
mis llaves- Me llevo el coche-Cogí las mías y salí
-¡Ikuto, no se te
ocurra dejarme toda la mudanza para mí sola!-Me siguió hasta la puerta
-¿Qué te
apuestas?
-Por lo menos
hazme un favor-Suspiró resignada
-No pienso ir a
comprarte nada.
-No es eso…
Aunque no estaría mal que de vez en cuando me compraras un regalito-Dijo
mirando a un punto inconcreto- Al caso-Movió la cabeza de un lado a otro- No
molestes a los vecinos, en especial a los de aquí al lado-Me dijo severa
-¿Y eso?
-Porque el chico
es guapísimo, amable, simpático, atleta… ¡Está cachas!-Babeó.
-Tierra llamando
a Utau, ¿me recibe?-Esperé unos segundos pero ella seguía igual- No, capitán
nadie le recibe, cambio, pues al manicomio con ella, cambio-La cogí de la
cintura y la alcé
-¡Ikuto suéltame!
¡No se te ocurra llevarme al manicomio!-Me amenazó cogiendo un palo de incienso
que había por ahí
-¡O, no, la loca
psicópata tiene un arma!-Dije divertido
-¡Pues como no me
bajes ya verás lo que hará ésta loca psicópata!
-Lo has
reconocido, al manicomio con ella-Me dirigí a la puerta
-¡Ikuto!- Me dio
una patada en el estómago
La bajé con
cuidado y, después de más amenazas de no molestar al vecino, salí de casa.
Monté en mi coche y lo puse en marcha atrás para salir. Me apoyé en el volante
frustrado. ¿A quién he atropellado ahora? Salí algo molesto y cuando vi que era
un simple cubo de basura en el que había hojas secas y hierba cortada suspiré
molesto.
-¿Para eso me
preocupo?
Me di la vuelta y
la vi. Una chica, en apariencia de quince años, de pelo rosa hasta los hombros
con parte del cabello recogido en una cola de lado, de ojos ámbar, preciosos,
con el ceño y los labios fruncidos y los brazos cruzados bajo un pecho algo
escaso. Tenía una escoba al lado, la cogió y me la tendió.
-Gracias, pero ya
tengo en casa-Dije algo sorprendido
-No es para ti,
patán-Respondió molesta mirando el cubo que tiré
Sonreí divertido
cuando lo entendí, ¡quería que yo recogiera el cubo y su contenido! Está claro
que no sabe con quién habla, Tsukiyomi Ikuto jamás ha recogido algo, para eso
está la servidumbre que papá y Utau contratan.
-Empieza a
barrer-Dijo molesta
-No, lo siento,
pero no sabes con quién estás hablando
-Por mí como si
hablo con el mismo papa-Dijo de mala gana- Me he pasado toda la maldita mañana
arreglando el jardín para que un inepto como tú venga y me lo destroce todo, no
pienso permitirlo. Así que recoge.
-Amu-chan,
cálmate…-Dijo un pequeño personajito que apareció de pronto posándose en su
hombro
-Dia… Es que éste
inepto ha tirado todo mi trabajo
-Ya lo sé, lo vi,
pero no debes dejar que cosas como éstas te arruinen el día-Voló hasta su
cabeza y la acarició.
La chica ya no
parecía tan enojada, estaba sonrojada. Seguramente por la incomodidad de la
situación, al menos para ella porque yo estoy intentando no morirme de la risa.
-¿Y quién es
él?-Me miró
-No lo sé-Volvió
a su estado enfadado- Supongo que serás el nuevo vecino, ¿me equivoco?
-No, soy
Tsukiyomi Ikuto-Hice una reverencia- A tu servicio-Le guiñé un ojo
Ella dio un paso
hacia atrás sonrojada y sorprendida.
-Valla, Amu-chan,
parece que tienes más éxito del que creías-Dijo la supuesta Dia divertida
-¿Y ustedes
quiénes sois?-Las miré a las dos alternativamente
Me miraron
sorprendidas para luego susurrarse algo y volver mirarme aún más sorprendidas.
-¿He dicho algo
malo?-Levanté una ceja, ¿qué pasa en éste pueblo de mala muerte?
-No, nada, es
que…
-¿Puedes
verme?-Se colocó delante de mí
-Igual que a la
chica detrás de ti-Dije natural
-Entonces,
¿también tienes un Chara?-Sonrió
-Sí, bueno, lo
tenía. Mi hermana es la que tiene otros y yo aún puedo verlos.
-Quizás porque le
cogiste cariño a tu anterior Chara-Dijo sonriente
-Puede
ser-Recapacité en la chica que estaba detrás cruzada de brazos otra vez- Por
cierto aún no me dijiste tu nombre
-A ti no te
importa-Dijo de mala gana
-Amu-chan, ¿qué
modales son esos?
-¡Pero si es
verdad!
-Ella se llama
Amu y yo soy su Carácter guardián, Dia-Sonrió educadamente
-Pues
encantado-Dije divertido ante los reproches de la pelirrosa
-Vale, ahora,
Dia, ve a jugar con Daichi-Dijo enojada, la miró irse y meterse por una ventana
antes de mirarme más enojada aún- Ahora tú te pones a barrer
-Y dale, no
pienso barrer, nunca he barrido nada.
-Me importa un
comino que nunca lo hayas hecho; lo ensucias, lo limpias-Me apuntó con el palo
de la escoba
Yo cogí el extremo
que estaba en mi hombro y tiré hacia mí, provocando que ella se acercara hasta
llegar a, casi, abrazarme. Me llegaba hasta el pecho y tenía que levantar la
cabeza para mirarme a los ojos. Estaba sonrojada y sorprendida, era tierna la
imagen en verdad.
-¿Qué? ¿Qué crees
que estás haciendo?-Dijo nerviosa
-Hacerte callar
un poco-Dijo antes de colocar mi mano sobre su cabeza y pasarla al punto donde
llegaba en mi pecho, así un par de veces más- Eres muy bajita, ¿cuántos tienes?
-¡Tampoco soy tan
baja!-Reprochó inflando los mofletes
-¿Catorce? Quizás
quince…-Seguí razonando
-Diecisiete,
¿contento?
-¿Diecisiete? No
te creía tan mayor
-¡Jo! ¡Deja ya mi
tamaño!-Se movió
-Además, no
tienes el pecho de una de diecisiete-Seguía a lo mío
-¡IDIOTA!-Me pegó
con el palo de la escoba
Huí de ella,
entre carcajadas, que me perseguía dando <espadazos> con sólo el palo de
la escoba. Tropecé con algo y caí provocando la caída de Amu también. Ésta cayó
sobre mí dejando que el palo rodara algo alejado de ella. Intentó cogerlo, pero
yo la coloqué debajo de mí lo cual hizo que se sonrojara violentamente.
-¿Qué haces?-Dijo
otra vez nerviosa
-Intentar
sobrevivir-Sonreí divertido
La miré, estaba
haciendo fuerza con las piernas para darme patadas, pero yo era más fuerte que
ella, los brazos los movía sin descanso, tenía los ojos cerrados mientras se
movía para liberarse y los labios fruncidos por el esfuerzo requerido. Llamadme
lolicón, pero ahora mismo me gustaría probar esos rosados labios tentadores.
Dejó de forcejear cuando divisó el palo, no estaba tan lejos, liberó los brazos
y los estiró por encima de su cabeza para alcanzarlo, yo se lo impedí
cogiéndola de las muñecas con una sola mano. La situación casi empeoraba, al
menos para ella, yo disfrutaba el momento. Me miró más sonrojada aún, en sus
ojos destelleaba la inocencia y la incertidumbre. Miré sus labios, entre
abiertos dispuestos a decir algo.
-“Vamos a
divertirnos un rato”-Pensé acercándome a ellos
-¿¡Qué coño le
haces a mí hermana!?-Escuché una voz detrás de nosotros
-¡Kukai!-Dijo
aliviada forcejeando nuevamente
Giré la cabeza,
era moreno de ojos verdes y cuerpo atlético. Recapacité; era un vecino, pegado
a nuestra casa, de cuerpo atlético y lo había enfadado… Utau me mata.
-¡Suelta a mí
hermana, pervertido!-Me empujó hacia un lado, la cogió de la cintura y la
incorporó abrazándola
-¡Kukai!-Lo
abrazó feliz
-¡No te vuelvas a
acercar a mí hermana!-Me amenazó una vez todos estuvimos levantados
-¿A qué vienen
tantos gritos?-Escuché desde mí casa
-“Ho, no, la
pesadilla continúa”-Pensé hastiado
-¡Ikuto! ¿¡Qué
hiciste ahora!?-Se acercó a nosotros
-¿Eres la novia
de éste degenerado?-Preguntó el tal Kukai
-No, es mi
desgracia diaria, Ikuto es mí hermano-Me miró mal- ¿Qué ha hecho?
-Pues lo he
encontrado en el suelo con mí hermana
-Bueno, será que
tu hermana quiso-Dijo inocente
-¡Yo no hice
nada!-Reprochó saliendo de entre sus brazos- ¡Éste hentai, que tiró el cubo de
basura, no lo quiso recoger y encima me tira al suelo sujetándome las muñecas!
¿¡Tengo cara de querer estar en esa situación!?-Dijo sonrojada y molesta
-No, no, desde
luego que no-Dio un paso hacia atrás- ¡TSUKIYOMI IKUTO, ENTRA EN CASA AHORA
MISMO!-Me dijo enfadada
-No eres mí madre
-No, soy tú
hermana, y como no me hagas caso te comes lo que has tirado
-Está bien, ya
voy, ya voy-Dije antes de guiñarle el ojos a Amu
Ésta dio un
pequeño salto de la sorpresa, nadie lo notó, y volvió a sonrojarse
violentamente.
-Soy Utau, por
cierto-Dijo amable
-Yo Kukai, y ésta
Amu-Dijo más calmado
-Siento mucho lo
de mí hermano, a veces puede ser tan…
-¿Lolicón?-Preguntó
él
-¿Pervertido?-Dijo
ella
-Las dos
cosas-Dijo con resignación- De todas formas, lo lamento, le dije que no
molestara a nadie
-No te preocupes,
no es tú culpa
-Sí, las hermanas
menores no podemos elegir a los hermanos mayores-Se cruzó de brazos en una pose
solemne
-Sí, tienes
razón-La imitó
-Amu
-¿Qué?
-Sigo aquí-Dijo
molesto
-Hola,
Kukai…-Dijo nerviosa antes de esconderse detrás de Utau
-¿Te importa que
nos hagamos amigas?-La sonrió dulcemente
-Claro-Sonrió
alegremente-Sólo con una condición
-Dime
-Mantén a tu hermano
lejos de mí.
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