miércoles, 21 de noviembre de 2012

Porque me aburro bastante (escena de ALGO aún por crear))

No se sentía a gusto en aquella habitación por muy hermosa que fuera. Era la primera vez que estaba tan cerca de un cementerio -casi a dos pasos y desde la ventana se podía ver claramente-, así que no podía dormir en esa mansión -más bien castillo. Se levantó, en plena oscuridad tanteó las zapatillas y salió de la habitación lo más rápido que pudo en dirección a la cocina. Hacía mucha calor aunque su tío le hubiera dicho que de noche corría una brisa refrescante. Las escaleras hacían un chirrido insoportable y poco favorable a su idea de ir a la cocina silenciosamente a beber agua.
Cuando llegó, la cocina estaba iluminada por la luz de la luna así que había más luz que en la planta de arriba, aparte de que, como había afirmado su tío, no hacía ni una cuarta parte del calor que sufrió en la planta de arriba. Se acercó a la cocina y tomó un sorbo de agua fría. Y entonces, como impulsado por un resorte, una música atrayente comenzó a sonar en cuanto soltó el vaso. 
La curiosidad, una de sus cualidades por las cuales era regañada a diario, la invadió y decidió salir a ver quién entonaba tan extraña melodía que, para bien o para mal, venía del cementerio. 
Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras avanzaba llamada por la música, pero aún así no se detuvo. Cuando estuvo a una distancia prudente del cementerio comprobó que una figura, posiblemente masculina, se alzaba entre las tumbas tocando lo que parecía ser un violín. Sentía cómo aquella melodía la traspasaba, la estudiaba, se metiera en su pecho y quisiera quedarse en su corazón eternamente. Se sentía extasiada. Pero la música paró. Y se encontró con un joven que se acercaba a ella a paso tranquilo, confiado. Ella se acercó, para no parecer una tonta niña que la curiosidad la llamó para ver al extraño del cementerio -aunque realmente fuera eso lo que pasó. Al acercarse pudo ver claramente que era un joven más o menos de su edad, de cabello negro que le caía hasta los hombros, alto, fuerte "guapo, atractivo.." se dijo a sí misma antes de regañarse y obligarse a andar hasta la valla;
-Buenas noches-Sonrió tímidamente.
Por toda respuesta obtuvo un leve movimiento de cabeza. Ni siquiera se dignó a mirarla.
-Me preguntaba quién era el que entonaba tan hermosa canción-Preguntó sabiendo que parecía una estúpida con las mejillas sonrojadas.
-La compuse yo-Dijo con simpleza colocándose el violín en el hombro, por fin mirándola-Mi nombre es Adriel.
-Encantada, me llamo Neli-Sonrió alargando la mano para estrechar la suya, mano que nunca llegó. Y otra vez sintiéndose la mayor estúpida del mundo, se colocó la mano detrás de la espalda-¿Qué hacías aquí?
-Tocar el violín-Respondió notablemente aburrido-En un cementerio te puedes encontrar un mejor público que en un escenario.
-Y... ¿Te han aplaudido mucho tus espectadores?-Echó una mirada al silencioso y tenebroso lugar, lo cual le produjo otro escalofrío.
-¿Te parece a tí que me aplaudan?
-Creo que se han muerto en plena canción.
Aquel comentario pareció agradarle, -no lo dedujo por la sonrisa ladeada que aquello le probocó, no.
-Bueno, yo he respondido a tú pregunta, ahora responde tú. ¿Qué hace la jovencita, sola, indefensa y desprotegida en un cementerio? ¿No sabes que te puedes encontrar a todo tipo de gente que a la mayoría deberías evitar?
-¿Me estás diciendo que debo evitarte a tí?
-¿Te parezco alguien a quien debas evitar?
-Me parece que eres un músico extraño a quien le gusta estar en un cementerio de madrugada porque no le gusta que mucha gente oiga su música.
-Auh-Se puso una mano en el pecho teatralmente-¿Cómo has llegado a esa conclusión?
-Cuando llegué. La música paró de repente. No parecía que fuera a acabar por ahora porque vine cuando acababas de empezar a tocar.
-¿Vas para detective?
-¿Y tú para payaso fracasado?
-Touché... ¿Le cuento una historia, señorita sarcástica?
-No tengo nada que hacer, payaso-Contestó sentándose en la valla.
En el momento en que se sentó en la valla, supo que nada bueno podría salir de eso. Comprobó que Adriel estaba cerca, muy cerca -demasiado cerca-, las dos grandes y fuertes manos de Adriel estaban colocadas cada una a un lado de ella, rozándole los muslos y su cara estaba a menos de diez centímetros de ella, lo más cerca que es sus diecisiete años de vida había estado de un chico. Adriel parecía imperturbable, serio a más no poder y endemoniadamente más atractivo que antes le hubiera parecido. En cambio ella parecía un libro abierto, ojos asustados y cautivados por los de él, ligero temblor en las manos y respiraba entrecortadamente.
-Va sobre una princesita, una princesita que nació cuando no deberia haber nacido. Su mayor delito era ser engendrada por dos personas que nunca deberían haberse encontrado; un ángel puro, una vigía importante, y un caído, alguien sin nombre, sin honor alguno y sin derecho a amar. Se conocieron por casualidades de la vida y desafieron a Dios huyendo del paraíso. Se refugiaron en el mundo humano y tubieron una hija. Como castigo de Dios, el ángel murió sacrificándose por su bebé, una vida por otra. Y el cáido murió a manos de los serafines, que fueron a por la niña. Y desde entonces, esa criatura mitad ángel mitad caído, recorre el mundo huyendo de los serafines. Porque para ella, haber nacido es el mayor pecado que jamás cometerá.
-¿Y porqué me cuentas esto?
-¿Nunca te has preguntado porqué siempre te mudas de una ciudad con tanta prisa?
-Mi tío es arqueólogo, su trabajo consiste en viajar. ¿Y cómo sabes tú eso?
-Porque te conozco desde que aprendiste a andar, Neli.
-Tú no sabes nada de mí.
-Si no supiera nada de tí no sabría el tatuaje en forma de alas que tienes en la espalda ni el que te hiciste el verano pasado encima del pecho derecho con tu nombre y una rosa con espinas rodeando las letras-Dijo sin parpadear-Tengo algo importante que decirte, Neli
Neli, asustada, le empujó con todas sus fuerzas, logrando que tropezara con una piedra y cayera. Saltó la valla y corrió hasta la casa. 
-¡Neli! ¡Neli, vuelve!-Gritó Adriel a su espalda.
Sabía que le seguía muy de cerca, de repente la mansión de su tío le parecía tan lejana. Miró varias veces hacia atrás, asegurándose de que Adriel cada vez estaba más cerca. Alargó la mano y le rozó el codo cuando abrió la puerta y la cerró atropeyadamente. Cerró la puerta con la llave y corrió a asegurar las ventanas y las otras puertas de la casa. 
Acurrucada en el sillón del salón no dejaba de pensar en Adriel. Le había parecido tan distinto a como se le había presentado cuando le dijo lo de sus tatuajes. "Nadie sabe el tatuaje del pecho" pensó sonrojada "Sólo lo sabe el tío André, que lo vio cuando nadaba en la piscina de la casa anterior gracias al bañador". Por más que pensara distintas solucionas por las que Adriel supiera su tatuaje, no se le ocurría nada y cada vez estaba más asustada. Cada sonido de la noche la asustaba y cogía un bastón de su tío a modo de arma. Cuando vio que comenzaba a amanecer por una de las ventanas, se sintió extrañamente aliviada y por fin cayó en un profundo sueño del que no quería despertar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario