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Estaba cansado,
acababa de llegar a lo que sería mi nuevo hogar durante el resto del curso. Sí,
a mi padre se le ha ocurrido la genial idea de que mi último curso escolar lo
pase donde él se crió. ¿¡Y a mí qué me importa donde narices se crió!? Tengo mi
vida, mis amigos, todo allí en Tokio, pero cuando a mi padre se le ocurre
algo….
Supongo que debo
presentarme… Me llamo Tsukiyomi Ikuto, tengo dieciocho años y lo único bueno de
ésta estúpida mudanza es… que mi hermana, Utau, también se vino y la puedo molestar.
Ella tiene diecisiete años, recién cumplidos pero ya se cree la dueña de todo.
Ahora, en mi
nuevo cuarto, miro al techo, un montón de grietas a través de la pintura blanca
de la pared, lo pintaré en azul cuando no esté molesto. Suspiré fastidiado, ¿a
quién en su sano juicio se le ocurriría llevar a sus hijos al ombligo del
mundo, alejados de la mano de Dios, para terminar sus estudios? Desde luego, a
mí padre. Me giro en la cama y veo todas las cajas que aún están por
desempaquetar. Se supone que debería estar acomodando mis cosas.
-Lo haré más
tarde
Me levanté y bajé
las escaleras, Utau estaba en el salón sacando los objetos más frágiles para
colocarlos ya en el mueble y evitar desastres. Al girarse para coger otro
objeto de decoración, a mi padre le gusta coleccionarlos, me vio.
-Ikuto, ¿qué
haces aquí? Deberías estar desempaquetando, yo ya terminé con mi cuarto.
-¿Tan
rápido?-Levanté una ceja incrédulo
-Bueno… lo de
invierno y otoño lo puse en el desván… ¡Pero estoy segura de que tú no has terminado!
-Voy a dar una
vuelta
-¿Con permiso de
quién?-Puso sus manos en su cintura
-Mío, ¿te parece
suficiente?-Miré a la repisa, las llaves de la moto de Utau estaban al lado de
mis llaves- Me llevo el coche-Cogí las mías y salí
-¡Ikuto, no se te
ocurra dejarme toda la mudanza para mí sola!-Me siguió hasta la puerta
-¿Qué te
apuestas?
-Por lo menos
hazme un favor-Suspiró resignada
-No pienso ir a
comprarte nada.
-No es eso…
Aunque no estaría mal que de vez en cuando me compraras un regalito-Dijo
mirando a un punto inconcreto- Al caso-Movió la cabeza de un lado a otro- No
molestes a los vecinos, en especial a los de aquí al lado-Me dijo severa
-¿Y eso?
-Porque el chico
es guapísimo, amable, simpático, atleta… ¡Está cachas!-Babeó.
-Tierra llamando
a Utau, ¿me recibe?-Esperé unos segundos pero ella seguía igual- No, capitán
nadie le recibe, cambio, pues al manicomio con ella, cambio-La cogí de la
cintura y la alcé
-¡Ikuto suéltame!
¡No se te ocurra llevarme al manicomio!-Me amenazó cogiendo un palo de incienso
que había por ahí
-¡O, no, la loca
psicópata tiene un arma!-Dije divertido
-¡Pues como no me
bajes ya verás lo que hará ésta loca psicópata!
-Lo has
reconocido, al manicomio con ella-Me dirigí a la puerta
-¡Ikuto!- Me dio
una patada en el estómago
La bajé con
cuidado y, después de más amenazas de no molestar al vecino, salí de casa.
Monté en mi coche y lo puse en marcha atrás para salir. Me apoyé en el volante
frustrado. ¿A quién he atropellado ahora? Salí algo molesto y cuando vi que era
un simple cubo de basura en el que había hojas secas y hierba cortada suspiré
molesto.
-¿Para eso me
preocupo?
Me di la vuelta y
la vi. Una chica, en apariencia de quince años, de pelo rosa hasta los hombros
con parte del cabello recogido en una cola de lado, de ojos ámbar, preciosos,
con el ceño y los labios fruncidos y los brazos cruzados bajo un pecho algo
escaso. Tenía una escoba al lado, la cogió y me la tendió.
-Gracias, pero ya
tengo en casa-Dije algo sorprendido
-No es para ti,
patán-Respondió molesta mirando el cubo que tiré
Sonreí divertido
cuando lo entendí, ¡quería que yo recogiera el cubo y su contenido! Está claro
que no sabe con quién habla, Tsukiyomi Ikuto jamás ha recogido algo, para eso
está la servidumbre que papá y Utau contratan.
-Empieza a
barrer-Dijo molesta
-No, lo siento,
pero no sabes con quién estás hablando
-Por mí como si
hablo con el mismo papa-Dijo de mala gana- Me he pasado toda la maldita mañana
arreglando el jardín para que un inepto como tú venga y me lo destroce todo, no
pienso permitirlo. Así que recoge.
-Amu-chan,
cálmate…-Dijo un pequeño personajito que apareció de pronto posándose en su
hombro
-Dia… Es que éste
inepto ha tirado todo mi trabajo
-Ya lo sé, lo vi,
pero no debes dejar que cosas como éstas te arruinen el día-Voló hasta su
cabeza y la acarició.
La chica ya no
parecía tan enojada, estaba sonrojada. Seguramente por la incomodidad de la
situación, al menos para ella porque yo estoy intentando no morirme de la risa.
-¿Y quién es
él?-Me miró
-No lo sé-Volvió
a su estado enfadado- Supongo que serás el nuevo vecino, ¿me equivoco?
-No, soy
Tsukiyomi Ikuto-Hice una reverencia- A tu servicio-Le guiñé un ojo
Ella dio un paso
hacia atrás sonrojada y sorprendida.
-Valla, Amu-chan,
parece que tienes más éxito del que creías-Dijo la supuesta Dia divertida
-¿Y ustedes
quiénes sois?-Las miré a las dos alternativamente
Me miraron
sorprendidas para luego susurrarse algo y volver mirarme aún más sorprendidas.
-¿He dicho algo
malo?-Levanté una ceja, ¿qué pasa en éste pueblo de mala muerte?
-No, nada, es
que…
-¿Puedes
verme?-Se colocó delante de mí
-Igual que a la
chica detrás de ti-Dije natural
-Entonces,
¿también tienes un Chara?-Sonrió
-Sí, bueno, lo
tenía. Mi hermana es la que tiene otros y yo aún puedo verlos.
-Quizás porque le
cogiste cariño a tu anterior Chara-Dijo sonriente
-Puede
ser-Recapacité en la chica que estaba detrás cruzada de brazos otra vez- Por
cierto aún no me dijiste tu nombre
-A ti no te
importa-Dijo de mala gana
-Amu-chan, ¿qué
modales son esos?
-¡Pero si es
verdad!
-Ella se llama
Amu y yo soy su Carácter guardián, Dia-Sonrió educadamente
-Pues
encantado-Dije divertido ante los reproches de la pelirrosa
-Vale, ahora,
Dia, ve a jugar con Daichi-Dijo enojada, la miró irse y meterse por una ventana
antes de mirarme más enojada aún- Ahora tú te pones a barrer
-Y dale, no
pienso barrer, nunca he barrido nada.
-Me importa un
comino que nunca lo hayas hecho; lo ensucias, lo limpias-Me apuntó con el palo
de la escoba
Yo cogí el extremo
que estaba en mi hombro y tiré hacia mí, provocando que ella se acercara hasta
llegar a, casi, abrazarme. Me llegaba hasta el pecho y tenía que levantar la
cabeza para mirarme a los ojos. Estaba sonrojada y sorprendida, era tierna la
imagen en verdad.
-¿Qué? ¿Qué crees
que estás haciendo?-Dijo nerviosa
-Hacerte callar
un poco-Dijo antes de colocar mi mano sobre su cabeza y pasarla al punto donde
llegaba en mi pecho, así un par de veces más- Eres muy bajita, ¿cuántos tienes?
-¡Tampoco soy tan
baja!-Reprochó inflando los mofletes
-¿Catorce? Quizás
quince…-Seguí razonando
-Diecisiete,
¿contento?
-¿Diecisiete? No
te creía tan mayor
-¡Jo! ¡Deja ya mi
tamaño!-Se movió
-Además, no
tienes el pecho de una de diecisiete-Seguía a lo mío
-¡IDIOTA!-Me pegó
con el palo de la escoba
Huí de ella,
entre carcajadas, que me perseguía dando <espadazos> con sólo el palo de
la escoba. Tropecé con algo y caí provocando la caída de Amu también. Ésta cayó
sobre mí dejando que el palo rodara algo alejado de ella. Intentó cogerlo, pero
yo la coloqué debajo de mí lo cual hizo que se sonrojara violentamente.
-¿Qué haces?-Dijo
otra vez nerviosa
-Intentar
sobrevivir-Sonreí divertido
La miré, estaba
haciendo fuerza con las piernas para darme patadas, pero yo era más fuerte que
ella, los brazos los movía sin descanso, tenía los ojos cerrados mientras se
movía para liberarse y los labios fruncidos por el esfuerzo requerido. Llamadme
lolicón, pero ahora mismo me gustaría probar esos rosados labios tentadores.
Dejó de forcejear cuando divisó el palo, no estaba tan lejos, liberó los brazos
y los estiró por encima de su cabeza para alcanzarlo, yo se lo impedí
cogiéndola de las muñecas con una sola mano. La situación casi empeoraba, al
menos para ella, yo disfrutaba el momento. Me miró más sonrojada aún, en sus
ojos destelleaba la inocencia y la incertidumbre. Miré sus labios, entre
abiertos dispuestos a decir algo.
-“Vamos a
divertirnos un rato”-Pensé acercándome a ellos
-¿¡Qué coño le
haces a mí hermana!?-Escuché una voz detrás de nosotros
-¡Kukai!-Dijo
aliviada forcejeando nuevamente
Giré la cabeza,
era moreno de ojos verdes y cuerpo atlético. Recapacité; era un vecino, pegado
a nuestra casa, de cuerpo atlético y lo había enfadado… Utau me mata.
-¡Suelta a mí
hermana, pervertido!-Me empujó hacia un lado, la cogió de la cintura y la
incorporó abrazándola
-¡Kukai!-Lo
abrazó feliz
-¡No te vuelvas a
acercar a mí hermana!-Me amenazó una vez todos estuvimos levantados
-¿A qué vienen
tantos gritos?-Escuché desde mí casa
-“Ho, no, la
pesadilla continúa”-Pensé hastiado
-¡Ikuto! ¿¡Qué
hiciste ahora!?-Se acercó a nosotros
-¿Eres la novia
de éste degenerado?-Preguntó el tal Kukai
-No, es mi
desgracia diaria, Ikuto es mí hermano-Me miró mal- ¿Qué ha hecho?
-Pues lo he
encontrado en el suelo con mí hermana
-Bueno, será que
tu hermana quiso-Dijo inocente
-¡Yo no hice
nada!-Reprochó saliendo de entre sus brazos- ¡Éste hentai, que tiró el cubo de
basura, no lo quiso recoger y encima me tira al suelo sujetándome las muñecas!
¿¡Tengo cara de querer estar en esa situación!?-Dijo sonrojada y molesta
-No, no, desde
luego que no-Dio un paso hacia atrás- ¡TSUKIYOMI IKUTO, ENTRA EN CASA AHORA
MISMO!-Me dijo enfadada
-No eres mí madre
-No, soy tú
hermana, y como no me hagas caso te comes lo que has tirado
-Está bien, ya
voy, ya voy-Dije antes de guiñarle el ojos a Amu
Ésta dio un
pequeño salto de la sorpresa, nadie lo notó, y volvió a sonrojarse
violentamente.
-Soy Utau, por
cierto-Dijo amable
-Yo Kukai, y ésta
Amu-Dijo más calmado
-Siento mucho lo
de mí hermano, a veces puede ser tan…
-¿Lolicón?-Preguntó
él
-¿Pervertido?-Dijo
ella
-Las dos
cosas-Dijo con resignación- De todas formas, lo lamento, le dije que no
molestara a nadie
-No te preocupes,
no es tú culpa
-Sí, las hermanas
menores no podemos elegir a los hermanos mayores-Se cruzó de brazos en una pose
solemne
-Sí, tienes
razón-La imitó
-Amu
-¿Qué?
-Sigo aquí-Dijo
molesto
-Hola,
Kukai…-Dijo nerviosa antes de esconderse detrás de Utau
-¿Te importa que
nos hagamos amigas?-La sonrió dulcemente
-Claro-Sonrió
alegremente-Sólo con una condición
-Dime
-Mantén a tu hermano
lejos de mí.
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