domingo, 1 de enero de 2012

capítulo 2

Aquella mañana me desperté temprano, el hecho de que estemos de vacaciones no quiere decir que pueda pasarme el día en la cama. Bajé a desayunar y, como siempre, mi madre me lanzó un cuchillo el cual calló justo al lado de mi mano.
-¿Sabes que siempre para en el mismo sitio?-Le dije cogiendo el cuchillo y usándolo para untar mi tostada con mantequilla
-Cada vez lo esquivas mejor, cariño. Mañana lo apuntaré a tu linda cabecita aún sin peinar, a ver cómo reaccionas-Dijo mamá acariciándome el pelo y peinándolo
-Mamá, ¿a dónde fue Ami?
-Se a ido con la abuela, quiere instruirla para que sea mejor que tú. Ya sabes lo competitiva que se vuelve cuando se trata de eso.
-Tienes razón. Mamá, hoy iré a la casa de Utau... Creo que vive un demonio con ella-La miré como si nada mientras comía
-¿Nivel?
-No lo sé, elevado.
-Ten cuidado, tesoro. Llévate la daga.
-Descuida.
Subí arriba y me vestí para salir. Me puse un pantalón, una blusa y unas botas negras, en las botas escondí la daga que mi madre me aconsejó. Miré mi reflejo en el espejo, no me quedaba nada mal el negro. Peiné mi cabello, el cual adoro porque es rosa, y volví a bajar llevando una daga en la mano y guardándola en el bolso que tenía líneas negras y rosas.
-Mamá, ya me voy.
-Cariño, no subestimes a ningún demonio y no entres en un combate de no ser necesario-Me miró seria
-Tranquila mamá, aprendí la lección-Sonreí al recordar mi primera batalla- Hasta luego
La casa de Utau no estaba tan lejos, sólo a tres manzanas de la mía, así que llegué enseguida. Pude oír unos gritos en el interior antes de llamar a la puerta y ser recibida por la sonrisa de Utau.
-Hola Utau-Fingí no haber escuchado los gritos
-Buenos días, Amu. Me parece increíble que siempre llegues tarde al instituto, pero que hoy llegues puntual a mí casa-Me hizo pasar
-Me desperté temprano, no podía dormir
-¿Y eso?
-"Me desperté de madrugada para entrenar" No lo sé, será que el mero pensamiento de pasar tiempo contigo me aterra.
-Jaja, muy graciosa señorita No-me-dejes-sola-con-Hotori
-Enserio, busca mejores motes
-Siéntate en el sofá, voy a buscar el trabajo.
-Está bien-Me dirigí a donde me había dicho y vi al gato del otro día mirarme desde detrás de una puerta- Hola, gatito-Sonreí-Eres el de ayer, ¿cierto? Te llamabas Ikuto... Y creo recordar que no me mostraste tu verdadera forma. Sé lo que eres, querido-Dije, arriesgándome a seer asesinada ahí mismo.
-Amu, ya lo tengo todo-Entró Utau, me miró y luego miró al gato-¿Ocurre algo?
-No, nada. Es que tú gato no quiere acercárseme para acariciarle.
-Ikuto, eres muy descortés-Le recriminó, a lo cual el gato contestó con un maullido-Si no fueras tan tierno te metería en una caja-Y recibió otro maullido antes de entrar en la habitación y recostarse al otro lado del sofá-Déjale, es un gato estúpido. ¿Empezamos con nuestro trabajo?
-Claro-Sonreí contenta
Pasar tiempo con Utau siempre me habia gustado, ella es una gran amiga y yo confío mucho en ella, pero ahora que ése demonio estaba ahí no podía evitar pensar cuántas cosas Utau tendría en la cabeza acerca de mí y la mayoría serían mentiras... Eso me hizo sentir triste, pensar que la amiga a la que más quieres es la que menos te conoce es algo muy serio. Intenté no pensar en ello y me concentré en el trabajo de... ya ni recuerdo de quñe asignatura era, pero yo sólo hacía lo que Utau me decía así que no tenía que pensar mucho en el qué si no en el cómo hacerlo.
Después de estar cerca de una hora así, en un incómodo silencio mientras trabajábamos, Utau pidió que hiciéramos un descanso, así que se fue a por uas chuches seguida de Ikuto.
Ya no me importaba aquél gato, había descubierto lo mal que me sentía por mentir a Utau. Éramos amigas desde hacía cinco años y ni una sola vez había podido evitar contar una mentira para mis retrasos por culpa de los demonios. Por eso, todos se formaban una imagen de mí que era torpe, dormilona y despistada, aunque lo único que pasaba era que los demonios me acosaban a todas horas.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que no noté cómo algo entraba en la casa, sólo reaccioné cuándo Utau gritó. Me precipité a la cocina y vi a Utau, con una espada y a un chico alto, de cabello negro con destellos azules y los ojos zafiro, a su lado. Enfrente de ellos había algo viscoso tomando forma, un demonio.
-Valla, valla, valla. Mira a quién tenemos aquí. La familia Tsukiyomi al completo. Qué gran honor para mí.
-Utau, ¿estás bien?-Pude decir al fin, aquél demonio me había impresionado, era un demonio de tipo alfa.
-¿Qué haces tú aquí?-Espetó el chico de ojos azules
-¡Amu, corre!
-¿Amu?-El demonio se giró hacia mí. Había adoptado la forma de un chico, apenas mayor que yo, de cabello negro y ojos verdes- ¿Tú eres Amu Hinamori?
-Será para mí un placer acabar con alguien que conoce mí nombre-Sonreí cogiendo la daga del escondite de la bota
-No me hagas reír, con un cichillito así no podrás hacerme nada.
-Utau, con Amu, ahora-Exigió el chico
-Entendido-Utau corrió hacia mí y se puso delante-¿Estás bien?-Se giró, mientras los otros empezaban a pelear
-Tú fuiste quién gritó, debería preguntarte yo a tí-Cogí a Utau y salté hacia atrás, evitando al demonio de ojos azules que caía justo donde estábamos nosotras.
-¡Ikuto! ¿Estás bien?-Intentó ir a por él
-¿Qué haces Utau? Es un demonio, despierta. Podrías morir si te acercas a él
-¡Es mí hermano, Amu! ¿¡Cómo pretendes que lo deje morir!?
Me quedé paralizada mientras soltaba a Utau, la cual se precipitó contra su hermano y le miró las heridas. Yo miré la escena anonada, antes de sentir unas manos cogiéndome por la cintura y por el cuello.
-Menuda sorpresa ¿verdad? Tú mejor amiga, hermana de un demonio... Y lo peor es que ella no tiene ni pizca de demonio. Pero, ¿qué estará pasando por la cabeza de la pequeña Utau al enterarse que su mejor amiga, la indefensa y despistada Amu, es una cazadora?
-¿Cazadora?-Se giró Utau, la cual no dejada ni un momento de ayudar a Ikuto a ponerse en pie
-Eso no es asunto tuyo.
-¿Tampoco es asunto de Utau?
-Amu...-Me miró sorprendida
-¡No te metas en mí vida!-Le clavé la daga en las costillas al demonio, el cual se desvaneció en el aire-Maldición, debí haberlo matado...-Murmuré, inspeccionando la sangre de demonio que había en el suelo y cogiendo un bastoncito-Con un poco de ésto servirá
-Amu, ¿es cierto lo que ha dicho ese demonio? ¿Que eres una cazadora?
-¿No es obvio Utau? ¿No lo habías sentido?-Comentó Ikuto-El olor a sangre demoníaca que desprende es repugnante
-Ho, muchas gracias, a las chicas nos gustan que nos recuerden todos los días lo mal que olemos. ¡Pero es que el olor de vuestra sangre no se quita con nada!
-Amu... no respondiste a mí pregunta.
-Sí, soy una cazadora-Miré al suelo-Lo siento Utau, no podía decírtelo
-¿Por qué?
-Porque descubrió que yo era un demonio y quería acercarse más a tí para matarme
-¡Mentira! Hasta ayer no había percibido ningún demonio en la vida de Utau, pensé que lo había hecho bien hasta ahora...
-¿El qué?
-Utau, tú siempre has cuidado de mí desde que nos conocemos y, aunque fuera en secreto, yo quería hacer lo mismo por tí. Me deshice de todos los demonios que te rondaban, algunos desaparecieron solos, pero había demasiados... Sólo intentaba devolverte el favor.
-Sí, lo recuerdo. Yo también maté a varios demonios que la rondaban por aquella época.
-Cuando vi a Ikuto en el árbol, inmediatamente supe que era un demonio. Quería acabar con él, pero percibí en él tú esencia, Utau. Presentí entonces que tú no sabrías que era un demonio así que ayer decidí vigilarlo para que no te hiciera nada.
-Ikuto nunca me haría nada, al contrario, sería yo la que le hiciera algo si osara matarme
-Por eso nunca lo he hecho, aunque sí lo he pensado.
-Supongo que ahora me odiarás, Utau
-¿Por qué habría de odiarte?
-Te he estado engañando por más de cinco años. Siempre pensé que me dejarías de hablar si te decía lo que era... y más cuando descubrí que Ikuto era tu hermano.
-Por eso bajaste la guardia y el demonio pudo cogerte-Puntualizó Ikuto
-Normalmente, suelo dar más guerra-Miré hacia otro lado, sonrojada por mi falta de atención.
-Amu, ¿por qué no te quedas hoy a dormir aquí? Así podremos hablas más tranquilamente-Sonrió Utau

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