domingo, 1 de enero de 2012

Capítulo 3

Amu finalmente se descubrió sola. El hecho de que aquella humana dijera abiertamente que había estado protegiendo a Utau, tal y como él había hecho, me agradó y entendí de golpe que no me mataría. No podría ni aunque quisiera.
Después de que Utau sanara mis heridas en mí habitación, me dio algo para dormir y ellas se fueron abajo a hablar de lo acontecido. Cuando desperté era por la tarde, estaba en mi forma gato y no percibía el aroma de Utau, sólo el de Amu. Bajé las escaleras hasta llegar al salón, donde vi a Amu dormida. Me acerqué a ella y volví a mi forma humana para observarla dormir. Los cazadores siempre habían despertado mí interés, quería saber cómo eran, pero en mitad de una pelea lo único que ves es frialdad, sin sentimientos y con odio hacia tí. Aquella niña no tenía nada de eso, parecía débil e indefensa, nada que ver con los cazadores a los que me había enfrentado antes.
La chica despertó y se sorprendió verme ahí, se incorporó rápidamente y se puso a la defensiva.
-Tranquila, no iba a hacerte nada-Sonreí de lado
-No vuelvas a hacer eso, si llego a tener mi daga a mano te la hubiera clavado sin pensármelo dos veces-Se sentó respirando con tranquilidad, la había asustado
-¿Sueles tener mal despertar?
-Sólo cuando un demonio anda cerca. ¿Qué querías?
-¿Dónde está Utau?
-Kukai llegó y la llevó al cine, me dijo que me quedara a descansar y que vigilara que tú no te escaparas.
-No pensaba escaparme-Me senté en el otro extrremo del sofá- Entonces... ¿eres una cazadora?
-¿Tenemos que pasar otra vez por ésto?
-Es que no te pareces a los cazadores que he visto antes
-Sí, ya, aún estoy aprendiendo pero por lo menos tengo licencia para matar-Sonrió de lado-Qué bien sonó eso-Se dijo así misma
-Para tí sonó bien, para mí sonó como si me fueras a clavar la daga que dijiste.
-Perdona. ¿Y en qué me diferencias con otros cazadores?
-Eres pequeña, aún una niña.
-Soy la primera de mí clase, la única que ha mí edad ya acepta misiones especiales-Dijo orgullosa
-Eres descuidada
-Perdona por no saber que mí mejor amiga es  la hermana de un demonio buscado.
-Eres débil.
-Grave error, puedo demostrarte lo débil que soy aquí mismo
-Adelante-Me levanté, retiré la silla y le hice señas para que me atacara cuando quisiera.
-Será un placer
No hice mucha fuerza, sólo esquivaba sus ataques. Sus golpes eran fuertes, sí, pero no contralaba del todo el combate cuerpo a cuerpo. La prueba es que resbaló con la alfombra y se agarró de mí camisa, obligándome a caer encima de ella.
-Descuidada-Le sonreí, puntuando otra diferencia más
-Sólo resbalé, le pudo haber pasado a cualquiera-Se sonrojó
-Y tierna
-No soy tierna.
-Sí lo eres
-No, no lo soy
-Sí, sólo mírate. Eres una niña de 15 años, que intenta fingir que es una adulta luchando contra demonios.
-Para tú información, tengo 16 y ya he matado muchos demonios.
-No te pareces en nada a un cazador experto, a ninguno con los que me he topado. Y para rematar, eres mujer. Eres la primera cazadora con la que he... luchado, por así decirlo.
-Bu-Bueno, se supone que las mujeres cazadoras sólo entrenan para defender a sus familias y para enseñar a sus hijos a defenderse antes de aprender con sus padres a pelear. Las familias que tienen hijas pierden el derecho a formar parte del consejo y por lo tanto, crían a sus hijas para casarse con un cazador.
-¿Has sido criada para procrear?
-No, yo he sido criada para ganar-Mi lanzó una segura, lo cual me hizo reír-¿Qué es lo gracioso?
-Que los demonios también tenemos esa forma de proceder-Me incorporé y la ayudé a levantarse- Debería presentarme, soy Ikuto, un demonio de la corte
-Amu, cazadora en potencia-Volví a reírme, lo cual la hizo sonrojar- ¿¡Qué pasa ahora!? ¿¡No me puedo presentar como lo haría cualquier cazador!?
-¿Te soy sincero? Siempre he pensado que las mujeres servían para quedarse en casa y hacer que te sientas... "cómodo" al llegar. Había creído eso, hasta ahora-La miré fijamente- ¿Te gustaría entrenar con un demonio de verdad?
-¿Por qué me ayudarías tú a entrenar?
-Me parece divertido
-Está bien, borraré esa sonrisa de tú cara.
Estuvimos entrenando toda la tarde, hasta que Utau llegó y nos regañó por estar luchando en su salón. Amu y Utau hicieron la cena, la cual me negué a probar por si la habían envenenado.  Luego de cenar Utau y Amu estuvieron hablando en el salón, picándose la una a la otra con cada tema del que hablaban. Luego Amu llamó a su madre y le dijo que se quedaría a dormir, le susurró algo que no entendí bien y luego colgó.
-¿Qué te ha dicho?-Sonrió Utau
-Llamé a mí abuela, ella convencerá a mí madre para dejarme dormir aquí. Pronto me llamará.
-Oye Amu... ¿Te persiguen demonios muy amenudo?-le dije mirando por la ventana
-Sí, pero no me persiguen a mí-Miró hacia afuera- Siguen hacia delante.
-Amu, por ahí está tu casa, ¿no?-Puntualizó Utau
-Sí, pero allí no hay nadie. Mi madre se fue al consejo hoy en la tarde-Se sentó en el sofá- De todas formas hoy no estoy de servicio, no me toca.
-¿A quién le toca?-Indagó más
-A todos los cazadores existentes del consejo.
-¿Y a tí no?
-No, yo estoy en el equipo más bajo de la escala. De todas formas no hay de qué preocuparse, los cazadores siempre pasan por aqué para ir a sus rutas, ésta es la más concurrida por demonios así que siempre se quedan varios cazadores por aquí-Explicó
-Bueno, ¿nos vamos a dormir?
-Claro

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